Entre otras cosas, Calígula fue un psicópata y antisocial, un
megalómano, paranoico, envidioso patológico, depravado sexual
(incestuoso, enormemente promiscuo, bisexual, sádico, exhibicionista),
hábil manipulador, ladrón y farsante. Se cree que en su juventud sufrió
de epilepsia, y se sabe a ciencia cierta que padecía de insomnio y casi
nunca dormía más de tres horas. La ciencia moderna plantea que, además
de algunas experiencias de vida, comportamientos aprendidos y una cierta
predisposición genética al mal, el alcohol de aquellos días, que él
bebía con una desmesura que hasta para el bebedor promedio de aquel
entonces era demasiado, tenía una cantidad tal de plomo que resultaba
tóxica para el cerebro humano, causando, en casos extremos como el de
Calígula, un deterioro en los lóbulos frontales, volviendo así más
impulsiva y violenta a la persona. Sin embargo el plomo no explicaba
todo en Calígula, ya que éste conservó siempre una gran capacidad de
planificación, lo cual no habría sucedido si el plomo fuese lo único
detrás de su transformación en monstruo, algunos meses después de que
tomara el poder. En otras palabras, Calígula había nacido con tendencias
psicópatas, pero ciertas experiencias primeramente, y más adelante el
plomo, llevaron su oscuridad innata hasta esa cima de locura y maldad
que lo inmortalizó como uno de los más terribles emperadores romanos.
La enfermedad y el inicio de la barbarie
Calígula había hecho todas las bondades
antes descritas porque era inteligente y estaba consciente de que no
podía sentarse a gobernar “a lo Tiberio” sin antes tener afianzadas
ciertas cosas. No obstante, es casi seguro que Calígula no tenía en
mente convertirse en el monstruo que fue de la noche a la mañana, y que
por ende, en el oscuro giro copernicano de su conducta que aconteció
después de su enfermedad en octubre del año 37, debió haber algo que
escapó de sus planes, algo que realmente lo trastornó y lo hizo actuar
de una manera que, aún en su maldad, casi seguramente no habría mostrado
(obedeciendo a una racional prudencia) en caso de no enfermar. Sobre la
naturaleza de esa enfermedad se han esbozado algunas teorías, pero los
planteamientos más confiables indican que sintomáticamente presentó
epilepsia, y que a nivel de causas el plomo pudo haber desatado la
crisis, ya que Calígula empezó a beber demasiado cuando ascendió al
poder; pero, si el plomo estuvo en el origen de su locura, parecería
claro que dicho metal se fue acumulando en su cerebro, hasta que cierto
día, abruptamente, se desató una crisis epiléptica, que conllevó daños
cerebrales irreparables que posteriormente se manifestaron como
profundos trastornos conductuales.
Al caer enfermo Calígula, se cuenta que
el pueblo lo quería tanto que se dieron manifestaciones públicas de
apoyo; deseaban que Calígula se recupere pronto: no sabían lo que
pedían… Bien resume Suetonio aquella metamorfosis cuando dice: «Hasta aquí he narrado su vida como príncipe, ahora narraré lo que aún queda de ella como monstruo».
En efecto, después de recobrar la ,
Calígula ordenó ejecutar a muchos de los que habían ofrecido (no
literalmente) su vida a los dioses si él se recuperaba, además de que
forzó a suicidarse a muchos exiliados, incluyendo a su mujer, a su
suegro Marco Silano, y a su primo Tiberio Gemelo. Filón dice que Tiberio
Gemelo había instigado una conspiración contra Calígula mientras éste
estaba enfermo.
Grandes obras en medio de actos atroces
Como un paréntesis en el desarrollo de los hechos, acotaremos brevemente
que Calígula llevó a cabo numerosos proyectos de construcción durante
su reinado, por lo que no todo fue malo. Algunos de esos proyectos
fueron: ampliar los puertos de Regium y Sicilia; terminar el Templo de
Augusto y
de Pompeyo; iniciar la construcción de un anfiteatro en las cercanías
de la Saepta; remodelar el Palacio Imperial; comenzar a construir los
acueductos de Aqua Claudia y Anio Novus; reparar murallas y templos en
Siracusa; reparar viejas carreteras y crear nuevas; intentar crear un
canal a través del Istmo de Corinto; construir, a base de barcos, un
puente flotante temporal entre Baiae y Puteoli; crear dos de las mayores
embarcaciones de la antigüedad, una que albergaba un templo de Diana, y
otra que era un palacio flotante con pisos de mármol y cañerías
propias.
Entre las obras del monstruo, estuvieron dos de los barcos más grandes construidos en toda la historia de la Antiguedad. |
Calígula y el Senado Romano
Retomando la historia negra del
emperador, también en el año 39 se dio un grave deterioro de las
relaciones entre Calígula y el Senado, pues éste último se había
acostumbrado a una relativa autonomía, hasta que llegó Calígula y todo
cambió. Los senadores se constituyeron así en una resistencia política
para el emperador. Tenía que liquidarlos, ¿pero cómo?… En el punto de
decadencia moral que Calígula había alcanzado, la respuesta no fue
complicada: revisó los casos de traición acontecidos durante el gobierno
de Tiberio, y en base a esos documentos hizo interpretaciones
exageradas y arbitrarias para decir que muchos senadores no eran
confiables, mandándolos a ejecutar. Cualquier cosa bastaba para ser
acusado por delitos de lesa majestad, y así muchos senadores fueron
marcados con fuego, enviados a trabajar a minas o a reparar carreteras,
encerrados en jaulas (en cuatro patas, para humillarlos más), lanzados a
los feroces leones, abiertos en canal con sierras o, si tenían suerte,
simplemente enviados a correr detrás de su carroza, u obligados a
permanecer de pie mientras él comía deliciosos manjares y se reía
viéndolos sufrir hambre y sed.
Pero las humillaciones sufridas por los
senadores no se limitaban a lo descrito anteriormente, pues ellos, y
algunos otros miembros de la alta sociedad, padecieron la degradación
sexual sin precedentes que Calígula impuso para conseguir más dinero. De
ese modo, muchas habitaciones del palacio fueron convertidas en
secciones de un gigantesco aparato estatal de prostitución de lujo,
donde las esposas, las hermanas, y las hijas de los senadores y de otros
infortunados, ofrecían sus bellos cuerpos ―recuérdese que los hombres
adinerados solían conseguir mujeres bellas y tener hijas bellas― a
elevadísimos precios, que los clientes frecuentemente pagaban con dinero
que los mismos esposos, padres o hermanos de las prostituidas, eran
obligados por Calígula a prestarles.
Calígula ejecutó y torturó senadores en base a meras sospechas o por pura ambición, y prostituyó a las hijas, esposas y hermanas de los senadores… |
La falsa conquista de Britania y la guerra contra Poseidón
Durante el año 40, Calígula ideó dos grandes farsas: una que engañó a
muchos, otra que lo hizo quedar como un verdadero loco, y que casi
seguramente fue efectuada como una burla. En el primer caso, tras
recibir la sumisión de Adminio (hijo de Cynobelino, rey de Britania) y
de sus hombres, a los cuales Cynobelino había expulsado de Britania,
Calígula los tomó y organizó una marcha pública en Roma, donde
supuestamente ellos eran prisioneros de la ficticia guerra que se
acababa de ganar contra la recientemente anexionada Britania. En ese ,
también Calígula empleó prisioneros de guerra galos, que habían sido
seleccionados por ser altos y fuertes, y a los cuales se les había
pintado el pelo de rubio para que parecieran guerreros nativos de
Britania. En el segundo caso, Calígula hizo a sus soldados disparar al
mar y recoger conchas que supuestamente eran los despojos del gran
Neptuno (Dios del Mar, equivalente a Poseidón); sobre aquella
recolección, aunque sin mencionar lo de Neptuno y las flechas lanzadas
al agua, Suetonio cuenta lo siguiente: ‹‹Por último, se adelantó
hacia las orillas del océano a la cabeza del ejército, con gran
provisión de balistas y máquinas de guerra y cual si proyectase alguna
grandes empresa; nadie conocía ni sospechaba su designio, hasta que de
improviso mandó a los soldados recoger conchas y llenar con ellas sus
cascos y ropas, llamándolas despojos del océano debidos al Capitolio y
al palacio de los césares. Como testimonio de su victoria construyó una
altísima torre en la que por las noches, y a manera de faros,
encendieron luces para alumbrar la marcha de las naves. Prometió a los
soldados una gratificación de cien duleros por cada uno, y como si su
gesto fuese el colmo de la generosidad, les dijo: “Marchad contentos y
ricos”.››
En la cúspide de su locura, Calígula ordenó a sus soldados que lanzasen flechas al mar y recogiesen conchas, que después mostró como supuestos despojos del derrotado dios Poseidón. |