Hace algún tiempo, nuestra imaginación abría las puertas a nuevos y maravillosos mundos pero también a monstruos y peligros que acechaban durante la noche para perturbarnos y robarnos la tranquilidad de un buen sueño. El lado bueno de todo eso es que recordarlo hoy, que ya eres grande, resulta bastante divertido.
Confiesa: no importa lo duro que seas, o las aventuras que confías en pasar sin mayores problemas, el hecho es que alguna vez tuviste miedo cuando eras niño. Y es que resulta simple – y cruel – dejar a un niño con problemas de sueño. Lo bueno es que, como muchas cosas en la vida, después de pasar algunos por miedos estos terminan por adquirir cierta gracia. Dale un vistazo a la siguiente lista y cuéntanos cuáles eran las cosas que más te asustaban cuando eras niño.
1. Ir a dormir después de ver una película de terror.
Aquellas imágenes aterradoras parecían hacerse más nítidas a medida que la hora de dormir se iba acercando. Entonces, para tu seguridad, decidías que lo mejor era quedarse despierto. En última instancia, salir corriendo y golpear con toda desesperación la puerta del cuarto de tus padres.
2. El monstruo debajo de la cama.
Después de todo, ¿qué podría suceder si tú, por casualidad, tuvieras el coraje y fueras a ver que había bajo el colchón? Cosas horribles, como es lógico.
3. Juguetes que podrían cobrar vida.
Probablemente estabas cansado de saber que el objetivo único de diversos juguetes era asustar a los niños somnolientos a la caída de la noche. No era un miedo infundado, era pura precaución.
4. Permanecer inmóvil en caso de peligro.
Estamos hablando de aquel momento real de terror, cuando tú, por descuido, dejabas el pie fuera de la sabana. De repente, la puerta se habría y creías que la mejor solución era mantenerte completamente inmóvil, con el pie de fuera y helado de miedo.
5. Rostros y formas macabras en las sombras.
No bastaba que estuviera oscuro y lloviendo, era preciso que todo conspirara para hacer realidad tu peor pesadilla y que comenzaras a exagerar las formas de alguien realmente maligno surgido frente a ti en el momento exacto en que tu padre bajaba la escalera con una vela en las manos.
6. Personas que, en realidad, eran monstruos.
Sabías que lo único que necesitabas era salir de la sala para que aquella tía desconocida se quitara su máscara y mostrara su verdadero rostro revelando el monstruo que siempre fue. Ante la duda, no te quedaba más que sonreír y dejar que te apretara las mejillas.
7. Ruidos.
¿Qué fue eso? ¿Escuchaste? Aunque tu madre jurara por las perlas de la virgen que había sido una rama del árbol golpeando contra la ventana, sabias que, por algún motivo muy siniestro en el que no quieres pensar ahora, ella estaba mintiendo. Lo mejor era subir el volumen de la televisión.
No.18