Ciudad del Vaticano, Vaticano— El Papa Francisco considera que está bien
que los padres les den nalgadas a los niños para disciplinarlos,
siempre y cuando se mantenga su dignidad.
Durante su audiencia general semanal, la cual estuvo dedicada al papel de los padres en la familia, el Pontífice esbozó los rasgos de un buen padre: uno que perdona, pero es capaz de corregir con firmeza, al tiempo que no desalienta al niño.
"En una ocasión, escuché decir a un padre en una reunión con parejas casadas: 'En ocasiones tengo que pegarle un poco a mis hijos, pero nunca en la cara para no humillarlos''', relató el Papa.
"¡Qué hermoso!' ¡Él conoce el sentido de la dignidad! Él tiene que castigarlos pero lo hace en forma justa, y sigue adelante''.
El padre Thomas Rosica, que colabora con la oficina de prensa del Vaticano, dijo que es obvio que el Pontífice no habló de cometer actos de violencia o de crueldad contra un niño, sino más bien sobre ayudar a alguien a crecer y madurar'.
"¿Quién no ha disciplinado a su hijo o ha sido disciplinado por sus padres cuando estamos creciendo?'', afirmó Rosica en un correo electrónico.
"¡Simplemente observen al Papa Francisco cuando él está con niños y dejen que las imágenes y los gestos hablen por sí mismos! Inferir o distorsionar cualquier otra cosa... revela un mayor problema para aquellos que no parecen comprender a un Papa que ha abierto paso a una revolución de la normalidad con discursos sencillos y gestos simples''.
La posición de la Iglesia católica en torno al castigo corporal fue criticada duramente el año pasado durante un interrogatorio efectuado por una Comisión de las Naciones Unidas sobre derechos humanos que monitoreaba la implementación del tratado de la ONU sobre los derechos del niño.
En su informe final, los integrantes de la Comisión le recordaron a la Santa Sede que el tratado requiere explícitamente que los firmantes tomen todas las medidas, entre ellas legislativas y educativas, para proteger a los niños de todas las formas de violencia física o mental, incluido el tiempo que se encuentran bajo el cuidado de los padres.
La Comisión recomendó que El Vaticano enmiende sus propias leyes para prohibir específicamente el castigo corporal de los niños, incluso, en el interior de la familia, y crear formas de hacer valer dicha prohibición en escuelas e instituciones católicas de todo el planeta.
Las recomendaciones fueron emitidas luego de que el comité recibió reportes de abusos físicos generalizados y el uso de castigos corporales en escuelas e instituciones operadas por católicos, en especial en Irlanda, que según integrantes del comité habían alcanzado niveles endémicos.
El Vaticano había argumentado que de ninguna forma había promovido el castigo corporal, pero que tampoco tenía ninguna forma de hacer valer alguna prohibición a colegios católicos, sobre los que no tiene jurisdicción. La Santa Sede hizo notar que sólo es responsable de hacer valer el tratado sobre los derechos de los niños dentro de la ciudad-estado del Vaticano.
Dicho eso, hizo énfasis en que el término "castigo'' ni siquiera es utilizado en la sección de las enseñanzas de la Iglesia que se refieren a los deberes de los padres de educar, guiar, corregir, instruir y disciplinar a sus hijos.
En su respuesta escrita a la Comisión, El Vaticano señaló que, de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, los padres deberían poder rectificar la acción inadecuada de su hijo al imponer ciertas consecuencias razonables para un comportamiento así, tomando en consideración la capacidad del niño para comprender las mismas como un correctivo.
El jefe de la delegación del Vaticano le dijo a la Comisión que él llevaría la propuesta de la ONU para prohibir los castigos corporales a todas las instancias pertinentes en Roma con el fin de someterla a su consideración.
Durante su audiencia general semanal, la cual estuvo dedicada al papel de los padres en la familia, el Pontífice esbozó los rasgos de un buen padre: uno que perdona, pero es capaz de corregir con firmeza, al tiempo que no desalienta al niño.
"En una ocasión, escuché decir a un padre en una reunión con parejas casadas: 'En ocasiones tengo que pegarle un poco a mis hijos, pero nunca en la cara para no humillarlos''', relató el Papa.
"¡Qué hermoso!' ¡Él conoce el sentido de la dignidad! Él tiene que castigarlos pero lo hace en forma justa, y sigue adelante''.
El padre Thomas Rosica, que colabora con la oficina de prensa del Vaticano, dijo que es obvio que el Pontífice no habló de cometer actos de violencia o de crueldad contra un niño, sino más bien sobre ayudar a alguien a crecer y madurar'.
"¿Quién no ha disciplinado a su hijo o ha sido disciplinado por sus padres cuando estamos creciendo?'', afirmó Rosica en un correo electrónico.
"¡Simplemente observen al Papa Francisco cuando él está con niños y dejen que las imágenes y los gestos hablen por sí mismos! Inferir o distorsionar cualquier otra cosa... revela un mayor problema para aquellos que no parecen comprender a un Papa que ha abierto paso a una revolución de la normalidad con discursos sencillos y gestos simples''.
La posición de la Iglesia católica en torno al castigo corporal fue criticada duramente el año pasado durante un interrogatorio efectuado por una Comisión de las Naciones Unidas sobre derechos humanos que monitoreaba la implementación del tratado de la ONU sobre los derechos del niño.
En su informe final, los integrantes de la Comisión le recordaron a la Santa Sede que el tratado requiere explícitamente que los firmantes tomen todas las medidas, entre ellas legislativas y educativas, para proteger a los niños de todas las formas de violencia física o mental, incluido el tiempo que se encuentran bajo el cuidado de los padres.
La Comisión recomendó que El Vaticano enmiende sus propias leyes para prohibir específicamente el castigo corporal de los niños, incluso, en el interior de la familia, y crear formas de hacer valer dicha prohibición en escuelas e instituciones católicas de todo el planeta.
Las recomendaciones fueron emitidas luego de que el comité recibió reportes de abusos físicos generalizados y el uso de castigos corporales en escuelas e instituciones operadas por católicos, en especial en Irlanda, que según integrantes del comité habían alcanzado niveles endémicos.
El Vaticano había argumentado que de ninguna forma había promovido el castigo corporal, pero que tampoco tenía ninguna forma de hacer valer alguna prohibición a colegios católicos, sobre los que no tiene jurisdicción. La Santa Sede hizo notar que sólo es responsable de hacer valer el tratado sobre los derechos de los niños dentro de la ciudad-estado del Vaticano.
Dicho eso, hizo énfasis en que el término "castigo'' ni siquiera es utilizado en la sección de las enseñanzas de la Iglesia que se refieren a los deberes de los padres de educar, guiar, corregir, instruir y disciplinar a sus hijos.
En su respuesta escrita a la Comisión, El Vaticano señaló que, de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, los padres deberían poder rectificar la acción inadecuada de su hijo al imponer ciertas consecuencias razonables para un comportamiento así, tomando en consideración la capacidad del niño para comprender las mismas como un correctivo.
El jefe de la delegación del Vaticano le dijo a la Comisión que él llevaría la propuesta de la ONU para prohibir los castigos corporales a todas las instancias pertinentes en Roma con el fin de someterla a su consideración.