Un señor, buscando un poco de diversión y romper la rutina de la vida cotidiana, decidió irse de campamento con sus amigos a un bosque que conocía uno de ellos, más los demás nunca habían ido. Entre los muchos retos y juegos con alcohol, uno de ellos consistía en una especie de ritual para invocar a las criaturas de la noche.
Pero el clima acabó con su diversión y les jugó una mala pasada. La lluvia no perdonó, la fogata se apagó y las casas de campaña se vinieron abajo con el intenso viento que azotó a nuestros campistas.
Rápidamente los señores fueron corriendo a buscar un refugio , pero en medio de la oscuridad y ante la espesura del bosque, nuestro protagonista perdió de vista a sus amigos y ante lo fuerte la lluvia alcanzo a divisar una especia de cabaña, no en muy buenas condiciones, pero al fin y al cabo era un refugio.
Al principio solo se quedó en el pórtico, pero la temperatura comenzaba a bajar y la tormenta a arreciar y al darse cuenta que la cabaña estaba deshabitada y solo constaba de un cuarto, decidió entrar. Adentro sólo se encontraba un sofá y con la luz que iluminaba alcanzó a ver en las paredes de la cabaña una serie de cuadros con rostros de personas bastante siniestras. Estos parecían estarlo observando, sin embargo no les dio tanta importancia y se recostó en el sillón hasta que el sueño lo venció.
Al día siguiente; la lluvia había cesado y el sol estaba rayando en el horizonte. Los gritos de sus amigos lo despertaron y el salió corriendo de la cabaña a encontrase con ellos. Sin embargo no les mencionó nada de lo que ocurrió en la noche en la cabaña, y menos cuando por la mañana se dio cuenta que no había ningún cuadro en la cabaña, lo único que vio fueron ventanas.
Buenas noches...