Ser buenos padres es la máxima que cualquier papá o
mamá se plantea a la hora de serlo. Sin embargo, con la rutina de la
vida diaria, el trabajo, los conflictos y la relación de pareja, a veces
se traspapela ese gran objetivo.
La psicóloga infantil Natalia Córdova dice que “Hay que devolverle el valor a la paternidad,
el privilegio que es ser padre, que muchas veces se ve opacada por el
exitismo laboral, y comprender que construir vínculos con los hijos, y
de paso con las personas de tu alrededor. Ese es un propósito sumamente
poderoso en sí mismo que engrandece la vida”.
Agrega que desde
esa conexión es que los consejos pueden caer en sustrato fértil, si no
cada propuesta se puede desvirtuar, porque no todos necesitamos lo mismo
y no hay aplicaciones de libro. Todo requiere la incorporación desde la
personalización.
“La crianza es una tarea ardua,
que puede ser el mayor camino de desarrollo personal si lo motivamos
desde el amor hacia nuestros hijos. Buen padre es la persona que
continuamente se desarrolla como ser humano para entregar lo mejor para
el crecimiento de sus hijos y no es, necesariamente, quien hace todo
‘correcto’, eso no existe... Buen padre es quién sabe que ésta es una
tarea siempre en aprendizaje, quien habla con amigos, familiares
profesionales para aprender cada día a ser mejor padre”, anima.
Desde ahí, Natalia Córdova, aconseja incorporar técnicas, habilidades y consejos.
Los principios
1.- Presencia: “Saber
que estás disponible para el niño. Esto no significa que estés todo el
tiempo sino que más vale la calidad que la cantidad. Hay quienes están
todo el día pero no hay sintonía ni conexión entre ellos, los niños
necesitan saber que los padres son accesibles”, dice Maribel Corcuera.
Pero, añade la psicóloga Mónica Córdova, lo primordial es conectarse
desde el goce de estar presente para el ser humano que se está
desarrollando frente a tus ojos.
2.- Establecer rutinas: “Es
bueno para ellos, porque logran predecir lo que va a pasar. Sirve
también para que como padres, logres detectar lo que le está pasando
cuando reacciona diferente a una rutina y además, hace que los niños
estén más tranquilos. De ahí, las rutinas, los hábitos, las normas y los
límites”, apunta Corcuera. Pero es aún más trascendental la filosofía
que esté detrás. “Debemos concentrar nuestra atención en considerar lo
positivo, mucho antes que surja el problema. Dedicarnos a reforzar lo
que están haciendo bien en vez de castigar sus errores e indisciplinas.
Reflexionar en cuáles con los valores y hábitos que queremos ver en
nuestros niños, y dedicarnos a incentivarlos una y otra y otra vez”,
añade Natalia Córdova.
3.- Dar confianzas: Va a
depender de la edad que tengo. “Cuando son chicos, tú estás ahí donde
se habla, comparte en forma constante, para que cuando sean grandes te
cuente lo que la pasa. Que las conversaciones no sean un interrogatorio,
que sea mutuo, un diálogo”, acota la psicóloga Corcuera.
4.- Enseñar con ejemplo: “Hay
una trampa, que dice que hay que practicar para predicar, pero también
ellos tienen que entender que los adultos tienen beneficios, esto en
conductas cotidianas, pero en los valores ahí sí cabe el ser un ejemplo
vivo, donde la colaboración y coherencia forman parte de este
principio”, añade Maribel Corcuera.
5.- Expresar sentimientos: “Las
emociones se van desarrollando y aprendiendo a lo largo de la vida, no
nace con emociones claras. Lo que importa es enseñarles reconociendo las
emociones cuando van apareciendo en forma diaria, diciéndole cuando se
ve que tiene pena, alegre o rabioso”, enseñan las especialistas. Además,
dicen que no hay que negar las emociones frente a los niños, porque
desde pequeños saben detectar y leer los registros faciales y corporales
de las emociones pero no lo saben explicar. Si no, les creas una
desconexión entre lo emocional y cognitivo, entre lo que veo y siento.
6.- Ser consciente: “Planear
lo que quiero en la vida a partir de qué queremos para ellos, para
pedírselo después. La conciencia es amplia, de mi mismo, los otros y
está relacionada con mi desarrollo cognitivo y emocional. Puedes
estimularlo, pero no sobre estimularlo y hacerlo desde bebés, nombrar
las cosas que ven porque no porque sean guaguas no entienden. Pero sobre
todo, reconocer la capacidad de los hijos. No todos son hechos
lumbreras pero cada uno tiene áreas de desarrollo particulares que son
valiosas”, recomiendan las psicólogas.
7.- Aprender a escuchar: “Es
una habilidad sumamente necesaria y que nos falla no solo con los
niños. Es más difícil porque su comunicación es mucho más no verbal que
verbal. Debemos aprender a comunicarnos adecuadamente con ellos. Retomar
el dominio de lo corporal. Es importante aprender a escuchar sus
gestos, estados de ánimo y emociones, todo lo que es no verbal. Y
comunicarnos no desde el sermón sino desde los espacios físicos de la
unión, comprensión y contención”, puntualiza Mónica Córdova.
Cortesía de
Mamá Ratita Cookie.