Nos
lo advirtieron hace años los chicos de Radio Futura, “el futuro ya está
aquí”, quienes quizá por estar enamorados de la moda juvenil no
advirtieron lo complicado que llegaba este huxleiano Mundo feliz.
Ciudades saturadas, contaminación, aire irrespirable,… y árboles artificiales.
Los primeros se han instalado en la ciudad de Lima (Perú) con el único propósito de ayudar a purificar su atmósfera, donde está previsto instalar unos 400 aparatos de este tipo en los próximos cuatro años, de los que se beneficiarán ocho millones de personas cada día.
Los periodistas los llaman árboles pues, a pesar de ser estructuras metálicas sin ramas ni hojas, son capaces de imitar artificialmente la fotosíntesis y convertir las partículas de dióxido de carbono en oxígeno.
No son los primeros. Chile y México ya los tuvieron antes, aunque su elevado consumo eléctrico y caro mantenimiento convirtieron los proyectos en inviables.
Estos nuevos gastan 2,5 kilovatios, el equivalente a 25 bombillas de 100 vatios, y alrededor de 60 litros de agua cada cinco horas”. Parece mucho, pero a la vista de sus beneficios no lo es tanto. Según informa la Agencia EFE, se trata de una gigantesca máquina de más de cuatro metros de altura, diseñada para recoger el aire contaminado y liberarlo de polvo, gérmenes, bacterias y gases procedentes de los motores de los automóviles. Un gran purificador capaz de emitir 200.000 metros cúbicos de aire limpio diarios.
Otros proyectos de árboles sintéticos pretenden funcionar como las hojas de los árboles reales, capaces de absorber dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y almacenarlo posteriormente bajo tierra de manera segura y permanente.
Parece claro que nos estamos preparando para algo inevitable, construir máquinas artificiales que copian lo que la naturaleza nos ofrece gratis y a raudales. Resulta raro, cuando lo lógico sería mantener y acrecentar nuestros bosques.
¿Hacia donde vamos? ¿Un mundo sin árboles? Aún con estas máquinas, sin ellos será sin duda un mundo infeliz.
Ciudades saturadas, contaminación, aire irrespirable,… y árboles artificiales.
Los primeros se han instalado en la ciudad de Lima (Perú) con el único propósito de ayudar a purificar su atmósfera, donde está previsto instalar unos 400 aparatos de este tipo en los próximos cuatro años, de los que se beneficiarán ocho millones de personas cada día.
Los periodistas los llaman árboles pues, a pesar de ser estructuras metálicas sin ramas ni hojas, son capaces de imitar artificialmente la fotosíntesis y convertir las partículas de dióxido de carbono en oxígeno.
No son los primeros. Chile y México ya los tuvieron antes, aunque su elevado consumo eléctrico y caro mantenimiento convirtieron los proyectos en inviables.
Estos nuevos gastan 2,5 kilovatios, el equivalente a 25 bombillas de 100 vatios, y alrededor de 60 litros de agua cada cinco horas”. Parece mucho, pero a la vista de sus beneficios no lo es tanto. Según informa la Agencia EFE, se trata de una gigantesca máquina de más de cuatro metros de altura, diseñada para recoger el aire contaminado y liberarlo de polvo, gérmenes, bacterias y gases procedentes de los motores de los automóviles. Un gran purificador capaz de emitir 200.000 metros cúbicos de aire limpio diarios.
Otros proyectos de árboles sintéticos pretenden funcionar como las hojas de los árboles reales, capaces de absorber dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y almacenarlo posteriormente bajo tierra de manera segura y permanente.
Parece claro que nos estamos preparando para algo inevitable, construir máquinas artificiales que copian lo que la naturaleza nos ofrece gratis y a raudales. Resulta raro, cuando lo lógico sería mantener y acrecentar nuestros bosques.
¿Hacia donde vamos? ¿Un mundo sin árboles? Aún con estas máquinas, sin ellos será sin duda un mundo infeliz.
CORTESIA DE EL ULTIMO BARON