miércoles, 20 de enero de 2016

El emperador que quería ser mujer

Marco Aurelio Antonino Augusto (203-222) o, como él mismo se autonombró, Heliogábalo –en referencia a una deidad erótica de los fenicios–, de tendencia transexual, ofreció una gran recompensa al médico que lo convirtiese en mujer quirúrgicamente. Al no encontrarlo, lo sustituyó por la circuncisión.

Como ya hicieron ciertos emperadores romanos antes, vagaba por las calles de la ciudad, al anochecer, disfrazado de mujer, ofreciendo su cuerpo a los desconocidos para el intercambio físico. Visitaba los burdeles y contentaba a los clientes. Una de sus diversiones predilectas era invitar a cenar a los siete hombres más gordos de Roma, a los que servía comida artificial elaborada con cristal, mármol y marfil que estaban obligados a comerEn una de sus fiestas, Heliogábalo mandó arrojar tal cantidad de pétalos de rosas que algunos invitados murieron asfixiados.

Sus despilfarros vaciaron las arcas del Estado. Se dice que fue el primero de los romanos que usó vestidos confeccionados totalmente en seda, llamando mendigos a los que usaban por segunda vez una vestimenta que hubieran lavado. Con 17 años se casó con un esclavo, y antes de que abdicara en favor de su esposo y se convirtiese en emperatriz, su guardia pretoriana lo asesinó, ahogándolo en excrementos en una letrina y luego arrojándolo al río Tíber.


CORTESIA DE FINNITO

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