Ubicada en el estado de Sonora, en la frontera con Arizona, la
reserva de la biósfera integrada por “El Pinacate y el Gran Desierto de
Altar”, es ya patrimonio de la humanidad en la categoría de bien natural
por representar áreas de una belleza natural y de una importancia
estética excepcionales, ser ejemplo representativo de grandes estadios
de la historia de la tierra y testimonio de procesos geológicos en el
desarrollo de las formas terrestres.
Tales fueron algunos de los
criterios del Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que
realizó su 37ª reunión en Nom Pen, Camboya, el pasado fin de semana.
En
el marco de ese encuentro se incluyó esa zona mexicana de 714,566
hectáreas junto con el Parque Nacional Tayiko y la Cordillera del Pamir,
de Taykistán; el Monte Etna, de Italia; el Xinjiang de Tianshan, en
China; el Arenal de Namib, de Namibia, y el Monte Kenya y el
Conservatorio de fauna salvaje de Lewa, en Kenya.
Por cortesía de:
Una Eva en el desierto.
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