Un "Café de Gatos" abrirá sus puertas esta semana en el centro de París, un lugar de relajación donde los clientes toman té, un trago o saborean una tarta acariciando a uno de los nueve felinos domésticos que allí viven.
Confortablemente instalada en un sofá, Pauline Royer acaricia un gato que acaba de acomodarse en su regazo para hacerse acariciar.
"¡Es genial tomar té y comer pastel mientras se acaricia un gato!", exclama la joven, que reservó una mesa para descubrir el lugar antes de la inauguración "oficial", prevista el próximo sábado.
La dueña del café, Margaux Gandelon, se ocupa por su parte de un gatito atrigrado. Se inspiró en los "Neko Café" japoneses ('neko' significa gato en japonés) para abrir un primer "Café de Gatos" en Francia.
"El efecto positivo del ronroneo de los gatos quedó demostrado científicamente. Aquí los clientes pueden acariciar a los animales y jugar con ellos, es un buen método para distenderse", explica la joven, de 26 años.
El decorado es más bien acogedor, con sillones y sofás confortables. Los gatos se pasean entre las mesas, otros duermen enrollados en canastos, comen croquetas o afilan sus garras.
La propietaria previó todo en función de su confort. "Mis gatos son libres día y noche. Disponen de una sala de reposo y varios espacios altos si quieren esconderse", agrega.
Los nueve gatos del café provienen de la sociedad protectora de animales. De entre cinco meses y dos años de edad, fueron elegidos por su "sociabilidad" y no con base en criterios físicos.
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