La autoexigencia
Muchas veces las consultas giran en torno a este tema, ya que las consecuencias de ser muy autoexigente en general van de la mano con un fuerte malestar que se manifiesta de diversos modos.
¿Qué podríamos hacer frente a este panorama?
En primer lugar, no es fácil distinguir entre la autoexigencia y el exigir a los demás, porque suelen ir de la mano, lo cual genera una doble culpabilidad.
Uno de los pilares para combatirla simbólicamente, es poderinternalizar que es mucho más interesante tener unaapertura a todas las oportunidades que se nos muestran, que ir en busca de la que consideramos será mas favorable para nosotros.
Fundamentalmente, esta oportunidad de apertura nos podrá mostrar que existen otros caminos por donde circular, y que nunca necesariamente para conseguir lo que estamos buscando va por un solo carril, ni mucho menos, que para conseguirlo tenemos que esforzarnos más de lo que podemos.
Por supuesto, no vamos a desconocer que la autoexigencia es producto de cómo el sistema y la cultura actual nos invita a vivir, pero... ¿es tan importante subirnos a ese tren?
No me voy a detener en casos puntuales, pero sí creo que es necesario puntear ciertos principios a tener en cuenta cuando supuestamente tenemos que exigirnos por demás, y llegamos a un punto que el cuerpo o la mente o el espíritu sienten esta desarmonía.
A la hora de decidir sobre algo en particular que nos sobreexige, no olvidemos que siempre que ganamos algo perdemos algo, esto es ley natural, y por esto mismo, cuando nos exigimos demasiado para alcanzar una meta, debemos tener en cuenta que es probable que nuestra decisión tenga un costo. Sería pertinente que podamos identificarlo y que trabajemos internamente si estamos preparados para despedirnos de aquello que vamos a perder.
¿Por qué es tan importante hacer este trabajo de introspección?
Muchas veces, deseamos algo con mucha fuerza, con el alma, el corazón, la mente, etc. Nos preparamos sobre exigiéndonos a tal fin, y sin darnos cuenta tendemos a hacer actos que empañan nuestro camino que lleva a conseguir esto que deseamos.
Por supuesto, que nos cuesta mucho el darnos el permiso de bucear en el interior y descubrir que tenemos cierta responsabilidad en estas cuestiones.
¿Cómo darnos cuenta que podemos cumplir con nuestras exigencias de la vida cotidiana sin que esto implique exponernos a situaciones que comprometen nuestra armonía?
Es un trabajo arduo y diario pero si queremos crear cambios consistentes en nuestra calidad de vida, vale la pena vivir esta experiencia.
Una de las cuestiones con las que es interesante trabajar, es hacernos un listado de aquellos desafíos a los que estamos dispuestos a crear, para que operen como disparadores y generadores de cambios que sean palpables en nuestra vida.
Si queremos vivir diferente hay que hacer cosas diferentes, y esto inmediatamente nos dará una sensación de oxígeno, que va a repercutir directamente en nuestro estado general.
Para esto, es indispensable hacer el listado que les mencioné anteriormente. Es muy sencillo y da muy buenos resultados a priori, después queda el componente mas indispensable, que es sostenerlo en el tiempo poniendo en marcha toda nuestra creatividad.
Retomando la consigna del ejercicio:
Resulta de gran ayuda armar un listado de todo aquello que estamos dispuestos a desafiar, a pequeños o grandes cambios que queremos disparar hacia el exterior para terminar de sentir esa sensación tan displasentera que genera el estar en permanente estado de autoexigencia.
Utilizo el término de disparar hacia el exterior, porque nos suele suceder, que tenemos algunas chispas, de cómo debería ser ese cambio que queremos hacer, lo planificamos, sentimos esa necesidad, pero nos cuesta, llevarlo a la cotidianeidad.
Recomiendo que previo a identificar estos cambios, podamos ser honestos con nosotros mismos y clarificar en que áreas soy autoexigente. Muchas veces no nos damos cuenta, pero hasta para el óseo tendemos a sentir que nos esforzamos mas de lo que podemos hacer, porque simplemente hay que aprovechar el tiempo!
Por eso recurrimos a estas máscaras que nos adjudicamos, para mostrar en la sociedad, en el ámbito laboral, en el círculo de amigos, familiares, pareja etc. Tales máscaras, hacen de soporte a esta autoexigencia que cada vez mas nos succiona la vida, y nos genera un displacer crónico.
¿Qué hacemos con el listado que confeccionamos?
Para que realmente sea de gran ayuda, nos tenemos que sentar a evaluarlo y definir por un lado prioridades, y por el otro, con conciencia de realidad, evaluar con la mente, el cuerpo, las emociones y fundamentalmente el espíritu, y armar una pirámide donde esté claramente visualizado que nos costará mas y menos, el ponerlo en marcha.
Lo que nos costará menos, será a lo primero que tenemos que apuntar, porque siempre hay que iniciar un trabajo de este tipo con pequeños pasos para no frustrarnos de entrada.
Por su puesto, no olvidar la premisa de que cuando hacemos un cambio, reitero, ganamos algo pero existe un costo.
Este ejercicio te ayudará mucho a no repetir circuitos, es decir a veces queremos hacer cambios como por ejemplo ser menos autoexigentes, y nos auto exigimos hacer estos movimientos, sin encontrar una salida viable a este circuito que nos atrapa diariamente.
Probablemente si sentís que te cuesta tanto encontrar el tiempo para dedicarte a hacer este ejercicio, o las tácticas que te faciliten el encuentro con vos mismo para poder hacer la pirámide, necesites acompañamiento de un espacio de orientación que te lo puede brindar un profesional.
Pero yo siempre sugiero que se haga un primer intento en soledad, para poder registrar las dificultades que encontramos en el armado de la pirámide, ya que nos dará un material sumamente interesante para identificar las limitaciones que cada uno tenemos para el encuentro con nosotros mismos.
Recordemos que la vida se caracteriza por ponernos todo el tiempo en situaciones de aprendizaje, por lo cual, el juzgarnos sólo obstruye este proceso.
Lo rescatable es ser único, esa es la clave, el darle la impronta propia a la vida, sin necesidad de ser el mejor.
cortesia : MARGARITRISTE
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