En 2007, un turista italiano de visita en Australia fue hospitalizado después de un intento de suicidio por ingestión de un compuesto químico anticongelante, a menudo añadido a la gasolina o al diesel para evitar la solidificación en el invierno y en lugares de clima frio.
La cura del paciente podría lograrse simplemente administrando una gran cantidad de alcohol medicinal. Por desgracia, el hospital no tenía el material disponible ese día. ¿La solución? Comprar una caja de vodka y canalizarlo al el estómago del hombre. Durante los tres días de tratamiento, el paciente recibió el equivalente a tres dosis de vodka por hora, es decir, más de 200 en total. Y sobrevivió gracias a ello.
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