Alaska se convirtió el martes en el tercer estado de Estados Unidos
en legalizar el consumo recreativo de la marihuana, pero los defensores
de la reforme no esperaban ninguna celebración pública ya que sigue
siendo ilegal fumar la sustancia en público. En la mayor ciudad del estado, Anchorage, los agentes de policía
estaban listos para imponer las multas de 100 dólares y asegurar que
fumar hierba sigue siendo algo que se hace a puerta cerrada. Poner a Alaska en la misma categoría que el estado de Washington y
Colorado, con marihuana legal, era el objetivo de una coalición que
incluía a libertarios, individualistas y republicanos de
administraciones locales que atesoran los derechos de privacidad
contemplados en la constitución de Alaska.
Cuando 53-47 el pasado noviembre votaron para legalizar el consumo de
marihuana por parte de adultos en espacios privados, dejaron muchos
detalles por concretar a los legisladores y reguladores. Eso ha llevado a la confusión en muchos aspectos. La iniciativa prohíbe el consumo en público, pero no define lo que
eso significa, y los parlamentarios dejaron la cuestión a la junta
regulatoria de alcohol, que tenía previsto reunirse el martes para tomar
una estrategia de emergencia. Eso permite a muchas comunidades en todo el estado adoptar diferentes
posturas lo que significa fumar en público. En Achorage, las
autoridades intentaron sin éxito en diciembre prohibir un nuevo sector
comercial de marihuana. Pero el jefe de policía, Mark Mew, dijo que sus
agentes aplicarían de forma estricta la prohibición de fumar en público.
E incluso advirtió a la gente que no fume en su porche si vive junto a
un parque.
Pero más al norte, en el suburbio de North Pole, fumar al aire libre
en una propiedad privada estará permitido si no provoca molestias,
señalaron las autoridades allí. Otras administraciones siguen debatiendo la propuesta de prohibir el cultivo de la planta en la península de Kenai. Ahora, las leyes del estado no penan la posesión, aunque se establecen multas de 100 dólares por fumar marihuana en público. Eso le parece bien a Dean Smith, un consumidor en Juneau que tiene
amigos en la cárcel por delitos de marihuana. “Va a impedir que mucha
gente sea arrestada por delitos no violentos”, dijo. Los partidarios de la iniciativa advirtieron a los aficionados que mantengan la calma.
“No hagan nada que dé a sus vecinos motivos para sentirse incómodos
con esta nueva ley. Estamos en medio de un enorme cambio legal y
social”, indicaron los organizadores de la iniciativa en el Alaska
Dispatch News, el mayor diario del estado. La ex reportera de televisión Charlo Greene, ahora directora
ejecutiva de Alaska Cannabis Club, celebrará el martes la gran
inauguración de su negocio en el centro de Anchorage. Ella ya está
rozando los límites de la nueva ley al prometer que regalará hierba a
los pacientes que paguen por “marihuana terapéutica” y otros “miembros
del club”. Por su parte, los líderes de las comunidades nativas de Alaska temen
que la legalización traiga nuevas tentaciones a poblaciones que ya
sufren altas tasas de consumo de alcohol y drogas, violencia doméstica y
suicidios.
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