En México la industria funeraria da lugar a un redituable negocio que tiene una clientela asegurada y compite por ganarla a través de un constante ritmo de innovaciones.En pleno auge del capitalismo, la muerte forma parte de la economía de mercado.
La clientela cautiva de este sector de la economía se explica por las 565,000 personas que mueren al año en nuestro país, según datos reportados por el Instituto de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en 2012. Dicha clientela efectúa un gasto promedio de 15,000 pesos por este concepto. El valor total del mercado se estima en 8,475 millones de pesos. Este sector de la actividad económica está dominado por las agencias funerarias como prestadoras de servicios, pero incluye a productores de urnas y ataúdes, fabricantes de velas, compañías dedicadas a la elaboración y venta de monumentos de piedra, mausoleos, hornos crematorios y equipos para salas de embalsamamiento. Cabe mencionar, por supuesto, la venta de espacios en panteones.
El mercado nacional se encuentra atomizado, es decir, dividido entre proveedores de distintos tamaños. En el ámbito nacional hay más de 2,000 agencias funerarias, 500 empresas venden espacios en panteones y mausoleos, y 30 se dedican a comercializar planes de previsión. El sector ha cobrado tal dinamismo en el país que cuenta con su propia revista, Guardián de los muertos, de edición trimestral, la cual se distribuye en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Panamá, Puerto Rico, Perú, Uruguay, Venezuela y entre los miembros de la comunidad funeraria hispana del sur de Estados Unidos. Por otra parte cada año, desde hace casi un lustro, se lleva a cabo la Expo Funeraria, una feria comercial en la que 47 agentes del mercado presentan y venden sus servicios. En 2013 el evento se llevó a cabo en el Centro de Exposiciones Guadalajara e incluyó un ciclo de conferencias dictadas por expertos que revelan el grado de sofisticación que el sector está adquiriendo en México. En la edición de 2013 se presentaron, por ejemplo, las charlas "Manual del cerrador de ventas funerarias 2013" y el "Taller de maquillaje y restauración de cadáveres".
Como todas las industrias, la funeraria está sujeta a una permanente transformación en las preferencias del consumidor, explica Carlos Lukac, director general de Grupo Gayosso. Uno de los cambios más importantes es que hace quince años 80% de la clientela solicitaba el binomio inhumación-panteón; hoy día esa misma población prefiere la combinación cremación-mausoleo, que resulta más económica y práctica. Un factor relevante para este cambio fue que la Iglesia católica eliminó hace unos veinte años las restricciones a la cremación. El consumidor, por otra parte, también se inclina por agencias que le ofrezcan todos los servicios de manera integral.
El sector permanece abierto a la innovación y poco a poco asimila las ofertas desarrolladas en otros países. En 2013 se llevó a cabo en Valencia, España, una feria de productos funerarios donde se dieron a conocer los desarrollos que conquistarán el mercado en los años por venir: ataúdes biodegradables que, aparte de su bajo precio, son amigables con el ambiente, y carrozas fúnebres de alta tecnología que incorporan iluminación LED, pantallas de alta definición y cristales polarizados que se activan a control remoto. Por lo pronto, ya se comercializan lápidas a colores con fotografías HD y códigos QR. Quien desee obtener información sobre el difunto puede leer con su teléfono inteligente el código y acceder a algún sitio de Internet con datos e imágenes de él. Existen ofertas vanguardistas, como las motocicletas fúnebres, que reemplazan a las carrozas y su cortejo habitual de autos, y los ataúdes provistos de sistemas de refrigeración, para las familias que aún desean velar a los muertos en el hogar. En México ya están disponibles los servicios de una compañía suiza que desarrolló un proceso tecnológico para extraer el carbono de las cenizas y, a partir de él, cultivar diamantes con las características señaladas por los deudos. Los presupuestos van de los 4,500 hasta los 28,000 dólares y como resultado final se entrega una gema que se puede montar en anillos, pendientes o prendedores.
Todo este dinamismo pone en evidencia que la muerte, más allá de sus implicaciones culturales, psicológicas y religiosas, también forma parte de la economía de mercado, con todas sus características: libre competencia, mercadotecnia, publicidad, generación de empleos y consolidación en grandes grupos que dominan la escena. ¿Puede la muerte reducirse a un mero acto de consumo? Quizá este instrumento es otro intento por asimilar un fenómeno y una experiencia que son, por naturaleza, inasimilables.
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