Seguramente inspirado por el perro de dos cabezas de Demikhov, en 1970 Robert White intercambió quirúrgicamente la cabeza de un mono, es decir, se la quitó a uno y la transplantó al cuerpo de otro. El mono, por cierto, se puso como una moto nada más despertar, arrebatado por la ira y la violencia. Murió al día siguiente. Ante las críticas recibidas, White comentó que la gente debería hacerse a la idea de que un día, en el futuro, el transplante de cabezas será posible.
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