México - Mucho se comenta sobre la depresión, que es la enfermedad de
moda, que es un simple bajón de ánimo, que es un capricho de quienes
todo lo tienen, que es pasajero y con el tiempo se cura, y aunque esta
última hipótesis puede ser cierta, cuando se trata de cuadros depresivos
por alguna pérdida o ausencia emocional del momento, no implica que la
depresión como diagnóstico psiquiátrico así lo sea. La depresión es una patología más, lo que sucede es que el
término o la expresión “estoy deprimido”ha sido empleada de manera
coloquial para referirse a un bajo estado emocional por las cientos de
causas por las que la tristeza puede llegar a manifestarse en los seres
humanos.
No obstante la depresión va mucho más allá de sentirse triste, es un trastorno que se traduce en“anhedonia”, esto es, en la incapacidad para sentir placer, interés o satisfacción en casi todas las actividades. Además de experimentar irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño o exceso del mismo, cambios grandes en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso, cansancio y falta de energía, sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa, dificultad para concentrarse, lentitud en los movimientos, inactividad y retraimiento de las actividades usuales, sentimientos de desesperanza y abandono y en los casos más agudos, pensamientos repetitivos de muerte o suicidio.
Por tal razón, lo peor que puedes decirle a alguien que en realidad esté diagnosticado con esta enfermedad, es ¿pero por qué estás triste, si lo tienes todo? O “ya se te pasará, sal a disfrutar la vida, diviértete”. En lugar de ello dile: "Estoy aquí para lo que me necesites", "No estás solo", "No es tu culpa", "Iré contigo", "¿Qué puedo hacer por ti?" O simplemente, nada, no hagas ni digas nada, tu presencia es suficiente. El silencio pero no el vacío, solo la tranquilidad del silencio.
No obstante la depresión va mucho más allá de sentirse triste, es un trastorno que se traduce en“anhedonia”, esto es, en la incapacidad para sentir placer, interés o satisfacción en casi todas las actividades. Además de experimentar irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño o exceso del mismo, cambios grandes en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso, cansancio y falta de energía, sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa, dificultad para concentrarse, lentitud en los movimientos, inactividad y retraimiento de las actividades usuales, sentimientos de desesperanza y abandono y en los casos más agudos, pensamientos repetitivos de muerte o suicidio.
Por tal razón, lo peor que puedes decirle a alguien que en realidad esté diagnosticado con esta enfermedad, es ¿pero por qué estás triste, si lo tienes todo? O “ya se te pasará, sal a disfrutar la vida, diviértete”. En lugar de ello dile: "Estoy aquí para lo que me necesites", "No estás solo", "No es tu culpa", "Iré contigo", "¿Qué puedo hacer por ti?" O simplemente, nada, no hagas ni digas nada, tu presencia es suficiente. El silencio pero no el vacío, solo la tranquilidad del silencio.
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