viernes, 20 de diciembre de 2013

¡Hora de la piñata, agarren un palo y a darle duro!

 
Para los infantes, las posadas son aderezadas con el rompimiento de piñatas, las cuales deben de ser redondas con siete picos en alusión a los pecados capitales. Al estar llenas de dulces, cuando los niños las rompen y se lanzan sobre ella, se representa la gracia de Dios, mientras que la venda en los ojos refiere a la fe.
Las posadas concluyen con convivencias familiares, que generalmente se traducen en abundantes cenas. Los nueve días tradicionales de las fiestas se hacen en honor a los nueve meses de embarazo que vivió María. Otros especialistas aseguran que si bien el peregrinar de José y María no duró nueve días, éstos representan diferentes virtudes de su peregrinación.
Los nueve días representarían la humildad para convivir con armonía; la fortaleza para realizar los deberes diarios; el desprendimiento para rechazar todo deseo que desvíe de la fe cristiana; la caridad, amar al prójimo; la confianza en la misericordia divina; la justicia para obrar con rectitud; la pureza para rechazar al Maligno; la alegría para alcanzar el cielo y la generosidad para entregarse al servicio de Dios.
Si las posadas ocurren en las calles, es típico observar decenas de puestos que ofrecen deliciosos antojitos mexicanos, bebidas calientes y luces de bengalas, mientras que desde las plazas se pueden ver y escuchar mariachis y cuetes que alegran las frías noches decembrinas.
Frutas de temporada como la manzana, ciruela pasa, tejocote, caña de azúcar, guayaba, naranja y el limón, se unen en esta temporada en diversos platillos que muestran la variedad culinaria de nuestro país y la creatividad de cientos de familias para compartir sabores que unen a las comunidades y mantienen tradiciones ancestrales.
 
 
Las nenas primer turno al palo para la puñeta... digo piñata.
 
 
¡A darle de palos al PIÑATON FRAUDE que es mole de olla!
 
 

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