Fernando Torres es un ciudadano de Madrid, España, que solamente se excita con el olor de las palomitas de maíz (llámese también pochoclo)
Como dice el refrán, en caso de gustos no hay nada escrito. Es que Fernando arrastra este problema desde que tuvo una aventura amorosa con una chica que trabajaba en un cine (obviamente). La chica tenía novio y solamente podían tener relaciones sexuales escondidas en la oscuridad de la sala del cine.
“Si no huelo a palomitas, no me puedo excitar. Ese olor me recuerda momentos, me excita mucho”
Aunque ya han pasado un par de años desde aquel amor que lo marco para el resto de sus días, Fernando no ha podido superar su problema.
Actualmente cuando tiene una cita con una mujer, la invita a su casa y 10 minutos antes de que llegue, prepara palomitas de maíz. Si la cita es en su automóvil, deja bolsitas del snack en la guantera del automóvil para que huela a palomitas, por si la cita se pone romántica.
“Si no huele palomitas, no puedo mantener relaciones sexuales”, concluye Fernando.
Lo peor de todo es que Fernando es incapaz de comerse las palomitas. Solamente las quiere para sentir su aroma y ponerse cachondo.
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