Mientras Estados Unidos sigue asumiendo que cine de horror es sinónimo
de películas found footage (insultantemente estúpidas), los austriacos
toman por sorpresa a los entusiastas del género con esta apuesta que,
edificando tensión y evitando efectismos baratos, asusta, incomoda e
inmuta. Apuesta que, por cierto, representará a Austria en la próxima edición de los Premios de la Academia.
Elias y Lukas son unos gemelos que viven únicamente con su madre, una mujer neurótica que acaba de someterse a una cirugía de rostro. Aun con vendajes y recuperándose del proceso quirúrgico, la mamá comienza a demostrar un comportamiento cada vez más errático y violento hacia los niños. Los gemelos empiezan a sospechar que la persona con la que están compartiendo techo tal vez no sea su madre y planean una serie de acciones, varias de ellas desconcertantes, para llegar a la verdad. Pero absolutamente nada es lo que aparenta en esta historia inquietante e imposible de anticipar. Dulces sueños, mamá construye su premisa a partir de diversos miedos primarios que han de marcar la conducta de cualquier individuo. Figura maternal, aislamiento, escapismo, maltrato infantil, insectos, abandono y pérdida (figurada) de seres queridos, sirven para anclar al espectador en una posición que le sea familiar.
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