Dudar de la existencia de Dios, usar condón y el matrimonio entre
homosexuales son una aberración, un delito mayor; en cambio, abusar
sexualmente de un niño, respaldar a dictadores y avalar el genocidio
realmente no son actos tan deplorables. Esta, la lógica
tradicional con la que El Vaticano se planta ante el mundo, fue la moral
aplicada en el caso del sacerdote Adolfo Huerta Alemán, orillado a
abandonar el cargo durante seis meses a raíz de una entrevista publicada
en el sitio web de Proceso, titulada “El cura que duda de Dios y goza
el sexo”.
El Padre "Gofo" y su postura: ¿Cómo reclutar candidatas a Monjas Terciarias?. |
¿Qué escandalizó tanto al clero de esa charla sostenida
en marzo pasado? En la conversación, Huerta Alemán, de 35 años de edad,
reconoce que llevaba una vida sexual activa y que incluso a veces duda
de los dogmas católicos. “Yo mejor me aferro a la fe como una motivación
de significado de vida, no tanto a un dios o una religión, si no existe
Dios me vale madres, a mí la fe me motiva a buscar un significado para
llegar a mejorar nuestras relaciones humanas y que esto me ayude a ser
mejor ser humano”, me explicó en un restaurante de Monterrey.
Todo un Renegado en potencia. |
“— ¿Tienes pareja?
“— Llevar una relación muy establecida no la llevo, no se puede, ando metido en muchos rollos.
“— ¿Hijos?
“— No.
“— ¿Practicas relaciones sexuales con frecuencia?
“— Sí.
“— ¿Te podrían excomulgar por eso?
“— (Se queda pensando) Sí…”.
La
entrevista provocó una respuesta reaccionaria de los sectores más
conservadores de la Iglesia, que de inmediato presionaron para exigir la
separación del “Padre Gofo”, como es llamado cariñosamente. No
obstante, la charla sólo fue un elemento más que indignó a la
ultraderecha clerical.
Adolfo Huerta Alemán es un sacerdote
católico atípico. Se ha caracterizado por respaldar causas sociales
justas, como los movimientos “Indignados” y #Yosoy132. Mantiene una
posición a favor de la diversidad sexual y continuamente se pronuncia
contra los actos de corrupción que protagoniza la clase política
mexicana. En el plano estético, usa el pelo largo, a veces se maquilla
para caracterizarse y maneja una pequeña motocicleta. Se declara un
amante del heavy metal, escribe cuentos y es lector de Foucault. Sin
duda alguna es un delincuente ante la podrida y morbosa mirada del
clero.
El fondo de este caso es la de doble moral que, de siempre, acompaña los actos de la iglesia católica.
En
México abundan casos de sacerdotes protegidos por la alta curia tras
cometer delitos de pederastia. Hombres de sotana que bendicen bodas de
narcotraficantes y aceptan sus limosnas. Prelados aliados de corruptos
gobernantes que disfrutan generosos manjares en actos privados. Líderes
religiosos groseramente deshonestos, con vida de lujos ajena a la
realidad nacional. Los más, personajes tibios que se desentienden
de las
necesidades del país.
Adolfo Huerta Alemán es una excepción a ese
tufo desvergonzado. Un líder de su comunidad comprometido con sus
semejantes, solidario, valiente. Lo conocí gracias a que presentó mi
primer libro, Vivir en el cuerpo equivocado, en la Universidad Nacional
Autónoma de Nuevo León. Es rarísimo que un sacerdote católico se preste a
un acto así y más que defienda el derecho a no ser discriminado por el
ejercicio de la sexualidad.
Hablamos de un hombre culto, abierto,
querido por su cercanía con los feligreses de la parroquia “El Señor de
la Misericordia”, con quienes come regularmente. Un líder transparente,
linchado por negarse a “ocultar sus pecados”.
Paradójicamente, esta
semana se dio a conocer que la santificación de Juan Pablo II, corrupto
líder del Vaticano cuyo principal delito fue proteger a cientos de
sacerdotes pederastas en todo el mundo, es prácticamente un hecho.
Un Padre con Metal y sexo en las venas. |
Al
mismo tiempo, en las redes sociales circuló un video de un sacerdote
católico masturbándose escondido bajo la vergüenza de su sotana. Es esa
Iglesia de siempre, con cambios cosméticos, con un nuevo Papa que
privilegia los protagonismos mediáticos pero conserva la anquilosada y
podrida estructura del Vaticano. Por cierto, a la fecha no han puesto
ante la ley ni señalado a todos los sacerdotes acusados de pederastia
alrededor del mundo, casos firmemente documentados en investigaciones
periodísticas y académicas.
Esa misma iglesia desprestigiada,
venida a menos, que se escandaliza de un beso entre dos personas del
mismo sexo pero continúa protegiendo a abusadores de niños.
La misma que
persiguió a científicos e indígenas, la creadora del exterminio de la
Santa Inquisición y aliada de Francisco Franco. Esa misma que hoy se
escandaliza del “Padre Gofo” pero aún cobija a figuras tan vergonzosas
como Onésimo Cepeda y Norberto Rivera.
Es verdad, en muchos
sectores de la población la Iglesia cada vez pierde más fuerza. Si bien
la mayoría de los mexicanos sigue declarándose católico, no predominan
quienes asisten regularmente a ceremonias religiosas y acatan a ciegas
los mandatos del Vaticano.
No obstante, este vacío que ha dejado
el clero lo han ocupado sectas destructivas mucho más nocivas, con
pensamiento más reaccionario y prácticas peligrosísimas. Ahí están Los
Defensores de Cristo, la Cienciología y Pare de Sufrir, por citar
algunos casos. El mundo es muy complejo, las necesidades humanas más, y
no dejan de florecer líderes siniestros que se aprovechan de ello para
acumular riquezas y poder.
Lo cierto es que la posición de la
iglesia ante el “Padre Gofo” es reflejo del pensamiento cristiano que
aún conserva una nación oprimida por siglos por su cruel moral. La
culpa, la represión de la sexualidad, la vergüenza y el silencio como el
infierno morboso que esclaviza a la libertad individual.
Cortesia de
Sor Fap.
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