"En pleno siglo XXI tenemos más información que nunca sobre la sexualidad, pero muchos seguimos igual de perdidos que siempre", explica a Efe Roser Amills.
Madrid, España.- “El sexo no solo crea
vida, sino que además nos carga de energía positiva”, señala la
escritora natural de la isla española de Mallorca, Roser Amills. "Sin
embargo –matiza esta experta en tendencias y asesora editorial- a
menudo nuestra felicidad sexual se ve dificultada o reducida por
diversas trabas, apatías, tergiversaciones, malentendidos, discusiones
absurdas y falta de autoestima".
"Las cosas van
mal cuando una de las partes obliga a la otra a hacer algo que no
quiere, cuando uno de los dos no se siente satisfecho, o cuando hay
aburrimiento", sintetiza esta experta.
Si queremos recuperar la capacidad
para disfrutar de nuestra vida amorosa en todo su potencial, debemos
superar estos obstáculos, de acuerdo a la autora de ‘¡Me gusta el
sexo!’.
Para valorar nuestro nivel de felicidad más íntima, Amills (www.roseramills.com)
recomienda plantearse estas preguntas: ¿Estamos realmente satisfechos
con nuestra vida sexual? ¿Somos felices con nuestra pareja? ¿Somos
capaces de hablar de sexualidad sin vergüenza? ¿Disfrutamos de nuestras
relaciones plenamente?.
Para que las respuestas a estos
interrogantes sean afirmativas, es decir para mantener vivo el deseo y
recuperar las riendas de nuestro erotismo, Amills comparte con Efe
algunos consejos prácticos y realistas para aumentar nuestra felicidad
sexual y para que no decaiga, “pase lo que pase”.
Tres de los
mayores adversarios psicológicos de la sexualidad plena y satisfactoria
son: el aburrimiento, la dependencia y los miedos, de acuerdo a la
escritora .
EVITE LAS RELACIONES ‘VAINILLA’
“El
aburrimiento en una pareja no nace en la cama, sino mucho antes, cuando
se aburren juntos mientras cenan, por ejemplo”, señala Roser Amills.
Según
esta experta, “a veces la otra persona es encantadora y nos trata de
maravilla, pero en la cama tiene la gracia de un pez. Hay que decirle
que no al ‘sexo vainilla’ es decir a las relaciones sexuales aburridas e
insípidas”.
Para Amills, la sexualidad"vainilla" consiste en
aburrirse mutuamente por ser la relación tibia e intelectual, y por ser
tan sosa, "que apenas apetece".
"No hay que perder de vista que
se trata de sentirse a gusto, comunicarse y dar prioridad a eso tan
olvidado entre las sábanas que es la diversión... además de tener
orgasmos”, añade la autora de ‘¡Me gusta el sexo!’.
“Para las
personas con tanto “intelecto” y tan poca sensibilidad natural, el
instinto parece abandonado a su suerte o ignorado en la vida moderna
sofisticada. O despreciado, o escarnecido, en películas ridículas y en
rincones oscuros”, según esta especialista.
“A veces ponemos
demasiados adornos al sexo, lo separamos de sus mecanismos naturales
reprimiendo nuestro instinto por ‘el qué dirán’, o para establecer roles
de poder, como el hacernos de rogar, o ejercemos un papel durante el
acto sexual” opina Amills, que añade:
"para ser feliz hay que dejar fluir la sexualidad (animal, sana, natural) que contenemos, libremente, sin cortapisas”.
Para
esta escritora “la felicidad sexual es hacer aquello que necesitamos y
deseamos, sin tensiones ni estrés, dejándonos llevar. Por eso hay que
saber aceptar lo que se nos ofrece sin remordimientos, disfrutándolo
porque nos apetece, y negarnos a lo que no nos gusta, sin tratar de
contentar a nadie más que a nosotros mismos”.
Esta felicidad,
según Amills, hay más posibilidades de obtenerla con una pareja estable,
cuando “equivale a más confianza, más naturalidad y más sexo feliz y
juguetón”.
PROPICIAR LA FELICIDAD HASTA DONDE SE PUEDA
“Nuestro
‘deber’ no es hacer que las personas a las que queremos estén felices,
sino propiciar su felicidad hasta donde se pueda, ya que la felicidad
individual depende de cada uno”, señala Roser Amills.
“La
persona dependiente no sabe construirse su propia felicidad y, si sigue
así, terminará confirmando sus temores: perderá no solo la alegría, sino
también a su pareja. Porque nadie puede hacer feliz a otro; cada uno se
hace feliz a sí mismo”, agrega.
Para Amills, “todo se complica
para una persona emocionalmente dependiente y su situación puede hacerse
difícil cuando su cabeza comienza a dar vueltas hasta pensar cualquier
cosa sobre los comportamientos de su pareja, ya que busca la felicidad
en esa unión y no su propia felicidad individual”.
En este punto
la experta es tajante: “no hay que estar con nadie para que nos haga
felices, sino porque lo somos por nuestra cuenta y coincide que estamos
al lado de esa otra persona para compartir nuestra felicidad”.
Amills
se muestra convencida de que “una buena relación con la sexualidad
(sincera y natural), es clave para tomar buenas decisiones en la vida,
para tener una imagen satisfactoria y fructífera de uno mismo y los
demás, para poder comunicarnos con nuestras parejas a lo largo de los
años, y de nuestros cambios y los suyos”.
“Cuando nuestra
sexualidad esté sana (cuando hagamos y pidamos lo que realmente nos
sienta bien) y le permitamos al otro hacer lo mismo, todo estará en
orden y podremos aclarar con nuestra pareja, y con nosotros mismos, lo
que nos apetece en cada momento”, señala esta escritora.
Un
ejemplo de esta buena comunicación –según la experta- son los celos,
pues “si podemos reconocer ante nosotros mismos las inseguridades que
los ocasionan, y compartir esta sabiduría con el otro, lúdicamente,
riéndonos de las propias debilidades, los celos se desactivan y todo
resulta mucho más sencillo”.
¡FUERA MIEDOS!
Amills se
muestra categórica respecto de los temores: “¡Hay que dejar de temer a
lo que no conocemos del mejor modo posible, el más inteligente:
conociéndolo!”.
Según la autora, “el mero hecho de vivir ya es una
experiencia sensual que nos permiteconocernos mejor y ser más
comprensivos con los demás y la sexualidad nos posibilita entrar en el
interior del otro (literal y espiritualmente), verle las costuras, y
quitarnos máscaras y miedos, autosuperándonos”.
“Hemos de
reconocer y aceptar nuestras virtudes y defectos y aprender a amarlos y
desear, con todas nuestras fuerzas, que los demás puedan hacer lo mismo,
pues cuanto más rápido entendamos que no se puede caer bien a todo el
mundo, más felices seremos”, enfatiza Roser.
Además “conviene que
reconozcamos que nadie llega enseñado y necesitamos ampliar nuestra
cultura sexual. No hace falta probar todas las técnicas ni posturas. Es
suficiente con ir por la vida con la mente abierta y ganas de tolerar lo
que no conocemos y aprender y, sobre todo, con la humildad de preguntar
o consultar lo que no sabemos o no entendemos”, señala.
“Hay que practicar para ir mejorando en nuestra sexualidad, ya que si solo tenemos la teoría, no avanzamos”, apostilla.
Para
lograrlo, Amills aconseja: “dejémonos ir como cuando éramos niños y
jugábamos con barro o comíamos con las manos. No nos preocupemos por
mantener las formas. Juguemos, divirtámonos y seamos 'paranoicos al
revés': tomémoslo todo bien, lo que sucede nos conviene, y sospechemos
que el otro siempre está planeando algo para hacernos felices”.
Además,
destaca Amills a modo de conclusión que “hay que recordar que la
felicidad sexual no depende únicamente de las relaciones sexuales, ni de
lo que sucede en la cama, sino también de la actitud con la cual nos
enfrentamos a los entreactos”.
DESTACADOS:
-- "El
aburrimiento, la dependencia y los miedos, son tres de los mayores
adversarios psicológicos de la sexualidad plena y satisfactoria, y que
por tanto hay que mantener a raya", según la escritora Roser Amills.
--
"No hay que perder de vista que se trata de sentirse a gusto,
comunicarse y dar prioridad a eso tan olvidado entre las sábanas que es
la diversión... además de tener orgasmos”, señala la autora del libro
‘¡Me gusta el sexo!’, en entrevista con Efe.
-- “Hemos de
reconocer y aceptar nuestras virtudes y defectos y aprender a amarlos, y
desear con fuerza que los demás puedan hacer lo mismo. Cuanto más
rápido entendamos que no se puede caer bien a todo el mundo, más felices
seremos”, enfatiza Amills.
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