viernes, 6 de septiembre de 2013

Don Quijote

El académico de la lengua española Francisco Rico reconoció hoy que cuatro siglos después de haber escrito El Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) sigue siendo un hombre "del que no sabemos nada".

"Debía ser más bien callado, muy vanidoso, justamente vanidoso", dijo a Efe Rico (Barcelona, 1942), quien dirigió la última edición corregida de El Quijote, la publicada en 2004 con motivo del IV centenario de la publicación de la novela.

"Yo he dicho también alguna vez que no hay libro (como el Quijote) en que el autor esté más presente sin estar en absoluto mencionado, ni aludido, ni nada", salvo en algunas escenas del cautiverio en Argel, señala Rico, de visita a México para recibir un premio que le ha otorgado el Colegio de México (Colmex).

"(A Cervantes) se le ve continuamente. Sin que se le mencione prácticamente nunca en primera persona, lo vemos enseguida: esa ironía, esa distancia, ese tomarlo todo nunca del todo en serio ni nunca del todo en broma. Eso es el Cervantes personaje", apunta.

El filólogo reconoce que "estaría muy bien" saber más del Cervantes histórico porque ello podría aportar algunas claves más al conocimiento de su obra literaria.

"Hay documentos de que compró, vendió, que incautó unas tierras, pero a saber de dónde sacaba el dinero cuando no lo ganaba escribiendo: de su mujer, de su hermana y de su hija. Pero no está en términos muy claros", comenta.

"También con su editor hacía de mediador financiero, prestando dinero, al parecer, a señoritos de buenas familias que estaban en Valladolid (...) Luego al final de su vida, eso sí, seguro, se hizo muy beato, muy beato", añade.

Su afán aventurero y su ánimo de servir a la Corona también formaron parte de la vida de Cervantes.

"Él lo que hubiera querido es que Felipe II fuera a conquistar Jerusalén (...) pero se da cuenta de que eso no es de los tiempos. Entonces, sin entusiasmo, acepta la situación", apunta el académico.

Otro de los sueños incumplidos de Cervantes fue precisamente dejar España y ejercer en América un cargo público para la Corona durante el reinado de Felipe II (1527-1598), algo que nunca sucedió.

"A lo mejor hubiera venido aquí, se hubiera instalado en plan 'reinona' y hubiera escrito tres libros más, mientras allí en España estaba más zurrado y tenía que buscarse la vida", señala.

Pese a las incógnitas que existen en torno a la vida del escritor y de su personalidad, el término "cervantino" sí lo tiene muy claro el también director de la Biblioteca Clásica de la Real Academia Española de la Lengua (RAE).

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