lunes, 12 de enero de 2015

Viajaron sin pantalones

Con bóxers, tanga, y cacheteros son algunas de las prendas que usaron los usuarios del STC Metro con el objetivo de participar, sin pena alguna, en el evento anual Flash Mob México.
 
Por quinto año consecutivo, decenas de personas se despojaron de sus pantalones en los andenes de las distintas líneas del Sistema de Transporte Colectivo.
 
El único requisito para que pudieran participar en este movimiento es: tener el valor de despojarse de los pantalones dentro de las instalaciones del metro y fingir que no sabes por qué las demás personas no visten pantalones.
 
Las estaciones San Cosme y Cuauhtémoc fueron el punto de partida de los que viajaron sin pantalones y la estación Auditorio el punto final.
 
Londres, Nueva York, Ámsterdam, Viena, Barcelona y Sidney fueron algunas de las ciudades que se unieron a este movimiento.
 


Por primera vez repartirán condones femeninos

El Centro Nacional para la Prevención y el Control de VIH/Sida (Censida) iniciará la distribución de 400 mil condones femeninos de segunda generación, con el fin de prevenir y proteger a las mujeres de esa pandemia que afecta a más de 33 millones en el mundo. El titular del Censida, José Antonio Izazola Licea, señaló que se ha establecido un programa de distribución gratuita dirigido a las mujeres en situación de vulnerabilidad, pues en México y en todo el mundo la epidemia se ha feminizado.

Explicó que por primera vez en México se implementará un programa de distribución de condones femeninos, y se podrá realizar porque se tiene una relación con el Fondo de Población de Naciones Unidas, con lo cual se podrá adquirir a siete pesos cada condón, en lugar de 47 que es su precio comercial.

Agregó que los condones femeninos se distribuirán de acuerdo con prioridades entre la población femenina más vulnerable, como las sexoservidoras, aquellas que no portan el virus pero viven con alguien que lo tiene o ha desarrollado Sida, así como a adolescentes.


¿Quien era (o es) el Judio Errante?

El judío errante es un mito del cristianismo, una leyenda que relata que durante el penoso camino a la crucifixión con su cruz a cuestas, bajo los latigazos de los soldados romanos, entre los abucheos de la gente, Jesús siente sed y se detiene ante un abrevadero. Un viejo judío le niega el agua, le da un empujón y le dice que siga andando. "Yo seguiré", le contesta Jesús, "pero tú esperarás hasta que yo regrese", y continúa su marcha hacia el Gólgota. Jesús lo condenó a andar errante por la Tierra hasta su segunda venida, hasta la Parusía.

Hasta el siglo XIII no aparecen leyendas sobre este judío, doce siglos tarda en formarse este mito de una espera eterna, ya que para que se cumplan las escrituras, Jesús no volverá a la Tierra hasta el día del juicio final. 
 
 
A partir del siglo XIII empiezan a aparecer testigos que afirman haber visto al anónimo y errante judío y la leyenda comienza a fraguarse y a tener veracidad. Adquiere varios nombres, algunos misteriosos, como Cartafilo, Ashevero, Michob-Ader, otros explícitos, como Buttadeus, Juan Espera en Dios, Larry el caminante. Baltasar Gracián (escritor del siglo XVII), con más precisión que oído, lo llama Juan de Para Siempre. En los países alemanes se lo llamó "Der Ewige Jude" (el judío eterno o inmortal) mientras que en los países de lenguas romances es conocido como "Le Juif Errant" y "L'Ebreo Errante", la forma inglesa se inspiró en esta última y se lo llamó "The Wandering Jew".
 
Posiblemente el nombre más antiguo es el que aparece en una de las "Cartas eruditas y curiosas" (concretamente en la carta 25 del segundo tomo) del padre Feijoo publicado en 1745 en la que se cita a Mateo de París, obispo e historiador benedictino que en el año 1229 afirmó que dicho judío existía, se llamaba Catafilo, y se encontraba entonces por Armenia. El padre Feijoo niega veracidad a la historia, considerándola de invención reciente y como precedente de esta leyenda, señala la conservación del profeta Elías sobre la tierra hasta el fin del mundo.

Jacob Basnage, autor protestante, en su "Historia de los judíos", cuenta que hay exactamente tres judíos errantes:

     - Samer o Samar: judío errante condenado a vivir siempre, y a vagar, por haber fundido el becerro de oro en tiempo de Moisés.

     - Catafito o Catáfito: habría sido una especie de guardia de la puerta del pretorio de Poncio Pilatos. Cuando sacaron a Cristo de dicho pretorio para crucificarle, para que saliese más prontamente y evitar la aglomeración o el bullicio, le dio un empujón en la espalda, a lo cual Cristo, volviendo el rostro, le dijo: "El hijo del hombre se va, pero tu esperarás a que vuelva". Se trata de una profecía del mismo Cristo, por la que este judío no había de morir hasta que Cristo volviese a juzgar vivos y muertos. Cada cien años sufría enfermedad y angustia de muerte, pero luego sanaba y se rejuvenecía hasta los treinta años, edad que tenía cuando Cristo murió.

     - Ausero: zapatero de Jerusalén que echó de un empujón a Cristo del quicio de su puerta cuando el Señor se detuvo allí a descansar camino del Calvario, diciéndole: "Despacha, sal cuanto antes; ¿por qué te detienes?". Cristo le respondió: "Yo descansaré luego, pero tú andarás sin cesar hasta que yo vuelva" (algunos han añadido: "hasta que no nazca niño alguno" o "hasta que la mujer deje de parir"). Desde aquel momento empezó el cumplimiento del vaticinio, siempre andaba peregrinando, sin parar en provincia alguna. Representaba la edad de cincuenta años, y prorrumpía en frecuentes gemidos por la tristeza que le causaba la memoria de su delito. De este se dice que fue visto en el año de 1547 en Hamburgo.
 
 
El 9 de junio de 1564, el anónimo autor de la "Kurtze Beschreiburg" o "Crónica corta", asegura haber visto al judío errante en Schleswig. Relata que es un hombre alto y de cabellos largos, que las plantas de sus pies tienen callos de dos dedos de espesor, y que habla buen castellano porque ha vivido en Madrid. Tiene mujer e hijos que lo acompañan en su recorrido a lo largo del tiempo. Su gran pecado es que ha ofendido al hijo de Dios, su castigo, viajar para siempre. A fines del mismo siglo XVII apareció en Inglaterra otro judío errante, que pretendía tener mil setecientos años de edad y haber sido empleado en el tribunal de Jerusalén, cuando Jesús fue condenado a muerte. En aquella ocasión arrojó bruscamente del Pretorio al Señor, diciéndole:fuera, fuera, ¿porqué estás aquí? A lo cual Jesús respondió: Yo me voy; pero tú andarás hasta mi venida”. Aseguraba que había conocido a todos los apóstoles, y que se acordaba de su fisonomía, de su voz, de su vestido. Había recorrido todos los pueblos de la tierra, y no cesaría de andar errante hasta el fin de los siglos. Pretendía curar a los enfermos, con sólo tocarlos, hablaba muchas lenguas, y discurría sobre puntos de historia con tanta exactitud, que dejaba admirados a cuantos le oían.


Para el cristianismo, la figura de un judío pecador condenado, forzado a recorrer el mundo sin esperanza de descansar en paz, impresionó y caló en la tradición y literatura popular y surgieron variantes de la leyendas, supuestas apariciones, diversos nombres. Aún en el los últimos tiempos se escriben novelas con referencias al judío errante o personajes basados en él o que pueden recordarlo.
 
 
 

Leyendas: El callejón de las manitas San Luis Potosí


El Callejón de las Manitas
Era el año 1780 cuando llegó a la ciudad de San Luis Potosí un sacerdote que avivado por el benigno clima del lugar decidió quedarse a radicar ahí. Al clérigo le fue fácil encontrar colocación como maestro en uno de los mejores colegios de aquel entonces, y aunque se le proporcionaba una manera digna de vivir allí mismo, decidió alquilar una casa en uno de los barrios más desolados del lugar que recibía el nombre de Alfalfa.
Un buen día dejó de impartir sus habituales clases de latín para salir con rumbo desconocido. A su regreso fue cruelmente asesinado; se dice que por sus acompañantes: dos mozos que él mismo había invitado a su recorrido. Y aunque la versión es contada de diversas maneras, en términos generales ésta es la que más se repite.
El sacerdote hizo su recorrido por los pueblos cercanos, reunió algo de dinero que traía consigo siempre, destinando una parte para comprarse algunas cosas que necesitaba y la otra a socorrer a los pobres más indigentes; casi todos sus honorarios los gastaba en ellos.
Luego de su arribo a la ciudad se dirigió a su casa situada en el antiguo callejón de Alfalfa. Una vez instalado ahí, dejó que sus ayudantes cumplieran con su obligación: desensillar los caballos, desaparejar las mulas y llevar a los animales al pesebre. Los dos mozalbetes ejecutaron sus labores con toda calma y después fueron a tomar sus alimentos. Mientras tanto, el sacerdote, que ya estaba muy cansado, prefirió ir directamente a la cama, no sin antes rezar sus oraciones.
Entrada la noche se encendieron los faroles de las calles y como los mozos sintieron miedo de irse, decidieron regresar a la casa. Pero gran temor sintieron cuando llegaron y vieron al padre tendido en medio del cuarto bañado en sangre. Salieron pidiendo ayuda mucha gente acudió y algunos dieron parte a las autoridades.
El esclarecimiento del crimen fue más complicado de lo que se creía, pues los mozos sólo habían estado unos minutos afuera y por más que buscaron no hallaban nada alrededor de la casa. Incluso los acompañantes del padre se ofrecieron a buscar, pero no tuvieron éxito.
Los ayudantes del padre eran compadecidos por mucha gente y hasta por las autoridades, quienes, en tanto conseguían trabajo, les ayudaron en su sostenimiento. Sin embargo, un miembro de la autoridad jurídica, quien siempre sospechó de los dos muchachos, pidió que se les internara en el Hospital Militar en calidad de detenidos.
Hecho esto, se resolvió en que los colocarían en cuartos separados e incomunicados, sujetándolos a intensos interrogatorios. Días después se culparon mutuamente y uno de ellos dijo que su primo (el más grande de los dos) era quier había dado muerte al padre, ocultando el producto del robo, el cual consistía en unas cuantas monedas. Las autoridades y los reos se trasladaron al sitio de los hechos donde fueron encontradas las monedas así como el cuerpo del delito que fue un puñal.
Pero ellos aseguraban que no había sido el robo el móvil del crimen, sino vengarse por el mal trato que les daba el sacerdote. Aun así, fueron sentenciados, retardando el castigo las apelaciones de los defensores; fue así como transcurrieron cinco años, aunque al término se confirmó la sentencia de muerte, que consistía además en cortarles las manos a los cuerpos para que fueran exhibidas como escarmiento para el resto de la población.
Las manos criminales se colgaron del muro exterior de la sombría casa del callejón solitario y triste. Desde entonces se le llamó el Callejón de las Manitas. Cuando la gente tenía que pasar por este callejón empezaba a rezar y no cesaba de hacerlo hasta que salía de él.
Por fin alguien descolgó las manos de aquel sitio, pero pasados unos días volvían a aparecer. Así fue en forma sucesiva durante mucho tiempo, hasta que se reformó el barrio y el callejón lo atravesó una calle ancha. Aun así, en ese mismo lugar donde estuvo la casa lúgubre, en algunas noches del mes de noviembre todavía se ven flotar en el espacio unas manos esqueléticas que buscan acomodo en un sitio, también se aparece un sacerdote menudito, esmirriado, de sotana rabona, que cruza la calle y se pierde al doblar la esquina, motivo por el que todavía hoy en día los habitantes de San Luis Potosí temen cruzar el callejón que existe atrás del Hospital Militar de la ciudad.
Sorprendentes mitos y leyendas coloniales. Editoral Delfín.

Anticonceptivo inyectable


Las mujeres que utilizan el Depo-Provera, un anticonceptivo hormonal inyectable que previene el embarazo durante tres meses, tienen más riesgo de infectarse con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), según un estudio publicado hoy en la revista médica "The Lancet".

El análisis se basó en doce estudios del África subsahariana en los que participaron más de 39 mil 500 mujeres que empleaban anticonceptivos inyectables.

La investigación sugiere que el uso de este tipo de anticonceptivos aumenta la posibilidad de contraer el virus, que puede desembocar en sida, en un 40 %, en comparación con las mujeres que utilizan otros métodos anticonceptivos o ningún método.

"Aunque estadísticamente esta cifra es significativa, este valor representa solo un aumento moderado en el riesgo relativo", afirman los autores, que aseguran que "este análisis no ofrece una conclusión absoluta porque ninguno de los doce estudios individuales lo hacía".

Este riesgo parece ser menor entre las mujeres de la población general (se reduce al 31 %) que en aquellas que ya están en alto riesgo de contraer el VIH, como las prostitutas.

Sin embargo, el número limitado que existe de estudios sobre las mujeres de alto riesgo deja muchas incógnitas para este subgrupo de mujeres.

"La elevación moderada del riesgo que se ha observado en el estudio no es suficiente para justificar una retirada completa del Depro-Provera en la población general", advierte Lauren Ralph, autor principal de la Universidad de California en Berkeley (EEUU).

"Prohibir este método significaría dejar sin alternativas a muchas mujeres que no tienen acceso inmediato a otras opciones anticonceptivas eficaces", aseguró Ralph.

Además, según afirmó el autor, "esta medida podría conducir a más embarazos no deseados, y dado que el parto sigue poniendo en peligro la vida de muchas mujeres en países en vías de desarrollo, podría aumentar la mortalidad en mujeres".

En este sentido, los científicos remarcan la importancia de encontrar "con urgencia" la evidencia clara en la relación entre los anticonceptivos hormonales inyectables y el riesgo del virus del VIH en las mujeres de alto riesgo.

Alrededor de 144 millones de mujeres en todo el mundo utilizan anticonceptivos hormonales, cerca de 41 millones usan métodos inyectables y 103 millones toman la píldora anticonceptiva oral.

El incremento del riesgo de las mujeres a contraer el VIH ha llevado durante las últimas dos décadas a seguir muy de cerca este asunto, pero todavía las investigaciones no han sido concluyentes.