jueves, 3 de julio de 2014

¿Por qué percibimos rostros en objetos inanimados?


Muchas veces se atribuye a fenómenos paranormales, una señal divina o algo así. Sin embargo, el que el humano sea capaz de distinguir caras en ciertos patrones tiene una explicación científica.
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Se conoce como pareidolia y es parte integral del funcionamiento de nuestro cerebro. Según investigadores en Canadá todo se produce en la corteza frontal y visual.
La pareidolia es una forma de apofenia, que es cuando la gente ve patrones o conexiones de datos inconexos, aleatorios.
El profesor Kang Lee, principal investigador, declaró que el cerebro humano esta cableado de forma única para reconocer las caras, por lo que incluso cuando sólo hay una ligera sugerencia de rasgos faciales, el cerebro los interpreta automáticamente como una cara.
Los investigadores realizaron su estudio en base a la observación del comportamiento y las reacciones de 20 hombres, de edades comprendidas entre 18 y 25 años, cuando observaban las caras y las letras en patrones.

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Al mirar los dos patrones, la corteza frontal del cerebro de cada participante envía señales a la corteza visual posterior que realzaba lo que estaba mirando para tratar de interpretar el estímulo. Esto sugiere que las visiones no son parte de la imaginación del espectador, o causadas por una anomalía cerebral – en su lugar son una respuesta física básica.
Los investigadores también encontraron que las personas pueden ser inducidas a ver diferentes imágenes dependiendo de lo que esperan ver, si se les dice la gente un objeto contiene una cara van a buscar la forma de la cara, y de igual forma con las letras – incluso si no están presentes.
En conclusión los investigadores explicaron que la tendencia de detectar rostros y/o letras es muestra de la suprema importancia que tiene nuestra vida social y el alto costo que resulta de no detectar un rostro verdadero.

acoso sexual 1 parte

Todos hemos oído muchas cosas sobre el acoso escolar. Pero, ¿sabías que en la enseñanza secundaria (tanto en la obligatoria como en la optativa), algunos acosadores utilizan mensajes o actos de carácter sexual para que otra persona se sienta intimidada, poca cosa o incómoda? Este tipo de acoso se denomina acoso sexual.
He aquí lo que necesitas saber y qué puedes hacer si alguien que te importa es objeto del acoso sexual.

¿Qué se entiende por acoso sexual?

Cosas fundamentales a saberComo los demás tipos de acoso, el acoso sexual engloba cualquier comentario, gesto, acto o atención de carácter sexual cuyo objetivo consiste en hacer daño, ofender o intimidar a otra persona. El acoso sexual se centra en cosas como el aspecto de la persona, las partes de su cuerpo o su orientación sexual. El acoso sexual también abarca la difusión de rumores o cotilleos de carácter sexual sobre otras personas.
El acoso sexual puede ser de tipo verbal (como hacer comentarios groseros sobre alguien), pero no tiene necesariamente que decirse de palabra. Los acosadores pueden utilizar aparatos tecnológicos para acosar sexualmente a alguien (como enviarles mensajes de texto o videos inapropiados). A veces el acoso sexual puede llegar a ser de tipo físico.
El acoso sexual no solo les puede ocurrir a las chicas. Los chicos pueden acosar sexualmente a las chicas, pero las chicas también pueden acosar sexualmente a los chicos, del mismo que pueden acosar a otras chicas y aquellos a otros chicos. El acoso sexual tampoco se limita a gente de la misma edad. Los adultos a veces acosan sexualmente a gente joven (y, en algunas ocasiones, los adolecentes acosan a los adultos, aunque se trata de algo bastante infrecuente). La mayor parte del tiempo, el acoso sexual que reciben los adolescentes procede de personas de su mismo grupo de edad.
En cualquier caso, todo tipo de acoso sexual es ofensivo. Como en cualquier otro tipo de acoso, las personas que son víctimas del acoso sexual pueden experimentar un gran estrés emocional si la situación se prolonga sin que consigan encontrar ningún alivio.

¿Qué comportamientos abarca el acoso sexual?

Prueba de comprobacionHay imágenes, bromas, expresiones y formas de establecer contacto que se consideran "inapropiadas" por una buena razón.Si un comportamiento o interacción que te dirige otra persona te incomoda o te violenta, habla con un adulto de confianza. Podría entrar en la categoría del acoso sexual.
El acoso sexual abarca los siguientes comportamientos:
  • gastar bromas o hacer comentarios o gestos de carácter sexual sobre alguien
  • difundir rumores sexuales (en persona, por escrito, por teléfono o por Internet) sobre alguien
  • escribir mensajes de claro contenido sexual sobre otras personas en los lavabos o en otros lugares de uso público
  • mostrar videos o imágenes sexuales inapropiados sobre otra persona
  • colgar comentarios, imágenes o videos de carácter sexual en redes sociales, como Facebook, o enviar mensajes de texto de contenido sexual explícito
  • hacer comentarios o proposiciones de carácter sexual simulando ser otra persona
  • tocar, manosear o pellizcar a otra persona de una forma deliberadamente sexual
  • estirar de las prendas de vestir de otra persona o restregarse contra su cuerpo de una forma deliberadamente sexual
Este es uno de los motivos de por qué enviar mensajes de contenido claro sexual no es una buena idea, incluso aunque se envíen en el seno de una relación sentimental. En algunos casos, este tipo de mensajes se puede considerar una forma de acoso sexual y puede acarrear graves consecuencias. Asimismo, los mensajes o imágenes de carácter íntimo pueden caer en malas manos y utilizarse con malos propósitos, para avergonzar, intimidar o humillar al implicado.
Forzar a otra persona a hacer cosas que no quiere hacer, como besar, practicar el sexo oral o el coito, va mucho más allá del acoso sexual.Forzar a alguien a realizar conductas de carácter sexual se considera abuso sexual o violación, y es un delito.

El hipo sigue siendo un misterio para la ciencia

El “singultus“ es un reflejo involuntario, espasmódico y benigno, salvo en muy contados casos crónicos, el cual sin embargo permanece como un misterio científico en cuanto a sus causas y sus soluciones. 

Sufrir ataques de hipo es inevitable en algún momento de la vida: al igual que los gatos, las ratas y los fetos humanos, los adultos sufrimos de hipo cada tanto y aplicamos alguna de las soluciones milagrosas del vox populi que, sin embargo, no tienen ningún sustento científico: asustarse, lastirmarse, provocarse cosquillas, beber un vaso de agua, ponerse de cabeza… hasta que el hipo se va de manera tan misteriosa como llegó.
Tyler Cymet, jefe de medicina educativa en la Asociación Americana de Colegios de Medicina Osteopática realizó un estudio de cinco años en 54 hospitales sobre pacientes con hipo. La idea era buscar qué remedios contrarrestaban los espasmos involuntarios y molestos del hipo, aplicando técnicas como mantener la respiración al igual que algunos medicamentos, pero se dieron cuenta de que ninguna solución es capaz de solucionar a todos los pacientes de hipo. La conclusión de Cymet en realidad es muy simple: el hipo “comienza y termina solo, y eso es todo.” ¿Pero por qué nos da hipo? De hecho las causas nos son tan desconocidas como las soluciones. Algunos investigadores creen que se trata de un reflejo digestivo del estado fetal para no respirar líquido amniótico, pero también está la teoría de que el hipo puede ser una especie de “entrenamiento” del feto para enseñarse a respirar cuando nazca. El hipo (cuyo nombre médico es “singultus”) consiste en una concatenación de hiatos respiratorios abruptos provocados por la súbita contracción del diafragma y los músculos intercostales (localizados entre las costillas), seguido por el cierre de la glotis; el rápido espasmo de la inhalación choca con la laringe bloqueada por la glotis, lo que produce la conocida nota del hipo: “hic”. Fuera de casis como el de Coleen O’Lear, editora del Washington Post, quien afirma sufrir de ataques de hipo diarios, el singultus no presenta sino una molestia pasajera y una oportunidad para hacer una pausa en la conversación para concentrarnos en la respiración.

La conclusión de Cymet en realidad es muy simple: el hipo “comienza y termina solo, y eso es todo.

Ahora sabes como calmar la ansiedad


Yeti

                                                                foto de archivo no feik

De osos, caballos, perros, vacas, mapaches y hasta de un humano, pero los investigadores que han analizado el ADN de pelos atribuidos al Yeti, el Bigfoot (Pie Grande), el Sasquatch u otras supuestas criaturas legendarias no han hallado ningún rastro de estas bestias míticas que algunos creen que deambulan por la naturaleza.
Las quejas de los testigos de cientos de avistamientos en el Himalaya, en Rusia o en los bosques de América del Norte de que la ciencia nunca ha tomado en serio sus afirmaciones llevó a un grupo de investigadores a llevar a cabo un riguroso inventario de las muestras de pelo atribuidas a estos supuestos seres monstruosos. Nunca ha podido ser autentificado ningún cuerpo ni ningún fósil.
«Para arrojar un poco de luz sobre este tema tan dudoso, hemos llevado a cabo un análisis sistemático de muestras de pelo atribuidas a estas criaturas», explican Bryan Sykes, profesor de genética humana en laUniversidad de Oxford, y su equipo.
En mayo de 2012, estos investigadores pidieron a los museos y colecciones privadas susceptibles de contar con pelos del Yeti para que se los cedieran para este estudio que han realizado con la colaboración del Museo de Zoología de Lausana, en Suiza. Han recibido 57 en total.
Una vez descartadas las fibras de vidrio o de sustancias vegetales, los científicos seleccionaron 36 muestras «en razón de su origen y su interés histórico» y han tratado de analizar su perfil genético.
Se las arreglaron para extraer el ADN de treinta muestras para compararlas con el genoma de especies conocidas. Nada de Yeti, de Almasty -su equivalente ruso- o de Bigfoot, pero sí de animales de todo pelaje: numerosos osos y caballos, así como algunas vacas y cánidos (lobos, perros o coyotes).
Los investigadores han identificado también pelos de mapache en una muestra enviada desde Arizona y, más sorprendentemente, de otra recogida en Rusia, un país que no forma parte del hábitat natural de este animal.
Un mechón de pelo recogido en Texas pertenece a un ser humano, probablemente de origen europeo por parte de madre.
Un oso desconocido
Los genetistas no han encontrado al Yeti, pero los pelos les han puesto sobre la pista de una nueva especie animal. Dos muestras -una de la región de Ladakh, en India, y otra de Bután- «corresponden al 100% con el ADN de un fósil de oso polar (Ursus maritimus) datado hace más de 40.000 años», durante el Pleistoceno, afirman.
Según el estudio, la primera de las muestras, de color «marrón-rojizo», fue tomada a una alta altitud (alrededor de 3.200 metros) en un bosque de bambús en Bután, un lugar calificado de «nido de migyhur», el equivalente al Yeti en este pequeño país del Himalaya.
La segunda, de color «rubio-dorado», proviene de un animal muerte hace unos cuarenta años por un cazador en Ladakh, al otro lado del Himalaya.
«Incluso aunque hay algunas zonas de osos blancos en Asia central y en el Himalaya, es más probable que estos pelos pertenezcan a una especie de oso desconocida hasta ahora, o a una variedad de oso polar de diferente color, o incluso de híbridos de osos polares (U. maritimus) y osos pardos (Ursus arctos)», consideran los investigadores. Creen necesario de todas formas proceder a análisis genéticos más exhaustivos para determinarlo y no descartan una expedición a la zona para observar este misterioso oso.
«Si se trata de híbridos, los especímenes de Ladakh y de Bután descienden probablemente de una cepa aparecida en los inicios de la diferenciación entre osos pardos y osos polares», precisa el estudio, publicado este miércoles en la revista británica Proceedings de la Royal Society B.
«Si esos osos se distribuyeron por todo el Himalaya, podrían haber contribuido a fomentar la leyenda del Yeti, particularmente si, como afirma el cazador que mató al especímen en Ladakh, tienen un comportamiento más agresivo frente a los humanos que las especies locales conocidas», escriben los autores.
El mito del Yeti, a menudo descrito como una bestia mitad hombre mitad animal, se ha nutrido con fotografías de huellas gigantes en la nieve, tomadas por el alpinista británico Eric Shipton durante su expedición al Everest en 1951.