miércoles, 8 de enero de 2014

Calígula: El loco más depravado (Parte 3)

Calígula fue un psicópata y antisocial, un megalómano, paranoico, envidioso patológico, depravado sexual (incestuoso, enormemente promiscuo, bisexual, sádico, exhibicionista), hábil manipulador, ladrón y farsante. Se cree que en su juventud sufrió de epilepsia, y se sabe que padecía de insomnio y casi nunca dormía más de tres horas.
Entre otras cosas, Calígula fue un psicópata y antisocial, un megalómano, paranoico, envidioso patológico, depravado sexual (incestuoso, enormemente promiscuo, bisexual, sádico, exhibicionista), hábil manipulador, ladrón y farsante. Se cree que en su juventud sufrió de epilepsia, y se sabe a ciencia cierta que padecía de insomnio y casi nunca dormía más de tres horas. La ciencia moderna plantea que, además de algunas experiencias de vida, comportamientos aprendidos y una cierta predisposición genética al mal, el alcohol de aquellos días, que él bebía con una desmesura que hasta para el bebedor promedio de aquel entonces era demasiado, tenía una cantidad tal de plomo que resultaba tóxica para el cerebro humano, causando, en casos extremos como el de Calígula, un deterioro en los lóbulos frontales, volviendo así más impulsiva y violenta a la persona. Sin embargo el plomo no explicaba todo en Calígula, ya que éste conservó siempre una gran capacidad de planificación, lo cual no habría sucedido si el plomo fuese lo único detrás de su transformación en monstruo, algunos meses después de que tomara el poder. En otras palabras, Calígula había nacido con tendencias psicópatas, pero ciertas experiencias primeramente, y más adelante el plomo, llevaron su oscuridad innata hasta esa cima de locura y maldad que lo inmortalizó como uno de los más terribles emperadores romanos.

La enfermedad y el inicio de la barbarie

Calígula había hecho todas las bondades antes descritas porque era inteligente y estaba consciente de que no podía sentarse a gobernar “a lo Tiberio” sin antes tener afianzadas ciertas cosas. No obstante, es casi seguro que Calígula no tenía en mente convertirse en el monstruo que fue de la noche a la mañana, y que por ende, en el oscuro giro copernicano de su conducta que aconteció después de su enfermedad en octubre del año 37, debió haber algo que escapó de sus planes, algo que realmente lo trastornó y lo hizo actuar de una manera que, aún en su maldad, casi seguramente no habría mostrado (obedeciendo a una racional prudencia) en caso de no enfermar. Sobre la naturaleza de esa enfermedad se han esbozado algunas teorías, pero los planteamientos más confiables indican que sintomáticamente presentó epilepsia, y que a nivel de causas el plomo pudo haber desatado la crisis, ya que Calígula empezó a beber demasiado cuando ascendió al poder; pero, si el plomo estuvo en el origen de su locura, parecería claro que dicho metal se fue acumulando en su cerebro, hasta que cierto día, abruptamente, se desató una crisis epiléptica, que conllevó daños cerebrales irreparables que posteriormente se manifestaron como profundos trastornos conductuales.
Al caer enfermo Calígula, se cuenta que el pueblo lo quería tanto que se dieron manifestaciones públicas de apoyo; deseaban que Calígula se recupere pronto: no sabían lo que pedían… Bien resume Suetonio aquella metamorfosis cuando dice: «Hasta aquí he narrado su vida como príncipe, ahora narraré lo que aún queda de ella como monstruo».

En octubre del año 37, Calígula (arriba) sufrió una enfermedad con crisis epiléptica. Se cree que el plomo, presente en el vino que tomaba con sorprendente desmesura, le causó una intoxicación que le produjo daños cerebrales irreversibles que posteriormente se manifestaron en trastornos de psicológicos, como la paranoia y la extrema crueldad.
En efecto, después de recobrar la , Calígula ordenó ejecutar a muchos de los que habían ofrecido (no literalmente) su vida a los dioses si él se recuperaba, además de que forzó a suicidarse a muchos exiliados, incluyendo a su mujer, a su suegro Marco Silano, y a su primo Tiberio Gemelo. Filón dice que Tiberio Gemelo había instigado una conspiración contra Calígula mientras éste estaba enfermo.

Grandes obras en medio de actos atroces

Como un paréntesis en el desarrollo de los hechos, acotaremos brevemente que Calígula llevó a cabo numerosos proyectos de construcción durante su reinado, por lo que no todo fue malo. Algunos de esos proyectos fueron: ampliar los puertos de Regium y Sicilia; terminar el Templo de Augusto y de Pompeyo; iniciar la construcción de un anfiteatro en las cercanías de la Saepta; remodelar el Palacio Imperial; comenzar a construir los acueductos de Aqua Claudia y Anio Novus; reparar murallas y templos en Siracusa; reparar viejas carreteras y crear nuevas; intentar crear un canal a través del Istmo de Corinto; construir, a base de barcos, un puente flotante temporal entre Baiae y Puteoli; crear dos de las mayores embarcaciones de la antigüedad, una que albergaba un templo de Diana, y otra que era un palacio flotante con pisos de mármol y cañerías propias.

Entre las obras del monstruo, estuvieron dos de los barcos más grandes construidos en toda la historia de la Antiguedad.

Calígula y el Senado Romano

Retomando la historia negra del emperador, también en el año 39 se dio un grave deterioro de las relaciones entre Calígula y el Senado, pues éste último se había acostumbrado a una relativa autonomía, hasta que llegó Calígula y todo cambió. Los senadores se constituyeron así en una resistencia política para el emperador. Tenía que liquidarlos, ¿pero cómo?… En el punto de decadencia moral que Calígula había alcanzado, la respuesta no fue complicada: revisó los casos de traición acontecidos durante el gobierno de Tiberio, y en base a esos documentos hizo interpretaciones exageradas y arbitrarias para decir que muchos senadores no eran confiables, mandándolos a ejecutar. Cualquier cosa bastaba para ser acusado por delitos de lesa majestad, y así muchos senadores fueron marcados con fuego, enviados a trabajar a minas o a reparar carreteras, encerrados en jaulas (en cuatro patas, para humillarlos más), lanzados a los feroces leones, abiertos en canal con sierras o, si tenían suerte, simplemente enviados a correr detrás de su carroza, u obligados a permanecer de pie mientras él comía deliciosos manjares y se reía viéndolos sufrir hambre y sed.
Pero las humillaciones sufridas por los senadores no se limitaban a lo descrito anteriormente, pues ellos, y algunos otros miembros de la alta sociedad, padecieron la degradación sexual sin precedentes que Calígula impuso para conseguir más dinero. De ese modo, muchas habitaciones del palacio fueron convertidas en secciones de un gigantesco aparato estatal de prostitución de lujo, donde las esposas, las hermanas, y las hijas de los senadores y de otros infortunados, ofrecían sus bellos cuerpos ―recuérdese que los hombres adinerados solían conseguir mujeres bellas y tener hijas bellas― a elevadísimos precios, que los clientes frecuentemente pagaban con dinero que los mismos esposos, padres o hermanos de las prostituidas, eran obligados por Calígula a prestarles.

Calígula ejecutó y torturó senadores en base a meras sospechas o por pura ambición, y prostituyó a las hijas, esposas y hermanas de los senadores…

La falsa conquista de Britania y la guerra contra Poseidón

Durante el año 40, Calígula ideó dos grandes farsas: una que engañó a muchos, otra que lo hizo quedar como un verdadero loco, y que casi seguramente fue efectuada como una burla. En el primer caso, tras recibir la sumisión de Adminio (hijo de Cynobelino, rey de Britania) y de sus hombres, a los cuales Cynobelino había expulsado de Britania, Calígula los tomó y organizó una marcha pública en Roma, donde supuestamente ellos eran prisioneros de la ficticia guerra que se acababa de ganar contra la recientemente anexionada Britania. En ese , también Calígula empleó prisioneros de guerra galos, que habían sido seleccionados por ser altos y fuertes, y a los cuales se les había pintado el pelo de rubio para que parecieran guerreros nativos de Britania. En el segundo caso, Calígula hizo a sus soldados disparar al mar y recoger conchas que supuestamente eran los despojos del gran Neptuno (Dios del Mar, equivalente a Poseidón); sobre aquella recolección, aunque sin mencionar lo de Neptuno y las flechas lanzadas al agua, Suetonio cuenta lo siguiente: ‹‹Por último, se adelantó hacia las orillas del océano a la cabeza del ejército, con gran provisión de balistas y máquinas de guerra y cual si proyectase alguna grandes empresa; nadie conocía ni sospechaba su designio, hasta que de improviso mandó a los soldados recoger conchas y llenar con ellas sus cascos y ropas, llamándolas despojos del océano debidos al Capitolio y al palacio de los césares. Como testimonio de su victoria construyó una altísima torre en la que por las noches, y a manera de faros, encendieron luces para alumbrar la marcha de las naves. Prometió a los soldados una gratificación de cien duleros por cada uno, y como si su gesto fuese el colmo de la generosidad, les dijo: “Marchad contentos y ricos”.››

En la cúspide de su locura, Calígula ordenó a sus soldados que lanzasen flechas al mar y recogiesen conchas, que después mostró como supuestos despojos del derrotado dios Poseidón.

 

 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario