martes, 22 de abril de 2014

No quiero crecer

¿Por qué crecer apesta?



Es algo difícil de explicar, pero desde mi punto de vista es la sensación de ser parte de una historia donde tú eres el protagonista que se esfuma sin contemplaciones y se mantiene a la deriva por el resto de los tiempos.
No quiero crecerCuando eras niño, te mantenías en esta historia, había un plan trazado especialmente para ti, y si rompías este plan o lo seguías al pie de la letra, había una progresión lineal en el crecimiento, además de un objetivo final que debías alcanzar. Contabas con aliados y enemigos, con pruebas que pasabas o fallabas, tendrías momentos de catarsis, etc. Te sentías parte de una narrativa hermosa, como los héroes en las películas y los libros y los programas de televisión y las historietas. Sentías que había un camino correcto e incorrecto, y algún destino esperando por ti al final que resumía todo lo que esto significaba.

Cuando llegaste a ser un adulto, esa ilusión se desmoronó a medida que te dabas cuenta que no tenías una narrativa, que no había ningún plan o camino establecido, que las cosas no siempre son lineales y que no eres el héroe de nadie. No hay aliados, porque los amigos pueden ser, al mismo tiempo, tan beneficiosos como perjudiciales. No hay enemigos, porque francamente a nadie le importas lo suficiente como para librar una guerra personal por mucho tiempo. No tienes un destino. Tomas decisiones que son producto de la casualidad, muchas más de las que te gustaría admitir, y a veces las consecuencias tienen sentido, otras veces no. Quizá te mantengas a la deriva en un montón de direcciones diferentes durante muchos años, en última instancia sin hacer progreso alguno, y sin importar demasiado el lograrlo. No eres una buena o mala persona, eres nada más que una hormiga errante en busca de migajas. No, peor que una hormiga, porque una hormiga tiene un propósito de vida, el de servir a su reina y a su colonia. Puedes elegir cumplir un propósito, pero puede que nunca lo cumplas o te satisfaga. Y nadie estará esperándote con una medalla de oro para cuando lo cumplas.
La vida como un adulto se parece cada vez menos a una historia de aventuras emocionantes, y cada vez más a una historia delirante, con niebla confusa de un desarrollo azaroso y pasajes por etapas que dejan más preguntas que respuestas.
No siempre me he sentido así respecto a la edad adulta, y probablemente nunca me sienta de esta forma. No es precisamente que ya nada tenga esperanza, o que nunca le encontraré un sentido a mi vida. Se trata de darse cuenta de la insignificancia de nuestra existencia, y de que no estamos destinados para algo grande, y de que estamos sujetos a fuerzas más grandes que nosotros mismos – una píldora muy difícil de tragar.

marcianos.mx

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