jueves, 14 de noviembre de 2013

Baisa electrónico

No obstante, otros participantes recalcaron que por el momento se desconocen los posibles efectos nocivos de este dispositivo, en particular a largo plazo.

El cigarrillo electrónico se ha ido sacando de encima la imagen de un artilugio sofisticado y está ganando adeptos como una forma relativamente eficaz para dejar de fumar, con el respaldo de un número creciente de estudios favorables. Las ventas se han duplicado y se estima que siete millones de personas fuman cigarrillos electrónicos.

"Los cigarillos matan a 5,4 millones de personas al año en el mundo", estimó Robert West, profesor de salud mental y director de estudios sobre el tabaco en la Escuela Universitaria de Londres (UCL).

Según él, el uso de cigarrillos electrónicos podría salvar millones de vidas, pero habría que saber "si se puede alcanzar ese objetivo y cómo lograrlo de la mejor manera" posible.

Jacques Le Houezec, consultor en salud pública y dependencia del tabaco, dijo a los presentes que los cigarrillos electrónicos contienen algunas sustancias nocivas, pero que sus niveles de toxicidad son entre nueve y 450 veces inferiores a los de los cigarrillos de tabaco.

Por su parte, Deborah Arnott, directora ejecutiva del grupo de presión antitabaco ASH, estimó que los cigarrillos electrónicos podrían permitir avanzar en materia de salud pública, pero advirtió que aún no se conocen lo suficientemente bien sus efectos y recalcó que las compañías tabacaleras están empezando a controlar la fabricación de cigarrillos electrónicos. "Muchas de las mayores compañías de cigarrillos electrónicos ya han sido acaparadas", agregó.

"ASH piensa que los cigarrillos electrónicos tienen un potencial significativo. Son mucho menos perjudiciales que el tabaco", afirmó Arnott a la AFP. No obstante, "sin reglamentación, su seguridad y eficacia no están garantizadas".

Además, según Arnott, "si llegan a tener agentes cancerígenos, no veremos sus efectos inmediatamente, sino que 10, 15 o 20 años después la gente se va a morir de eso", añadió.

Las autoridades sanitarias de los países occidentales afirman que aún es prematuro evaluar los impactos a medio y largo plazo de un fenómeno reciente como el cigarrillo electrónico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue sosteniendo que la seguridad de los cigarrillos electrónicos no se ha verificado científicamente.

Pero los informes científicos y médicos destacan cada vez más que su peligrosidad es muy inferior a la de los verdaderos cigarrillos.

La OMS advierte igualmente que "tampoco se ha demostrado científicamente" la eficiencia de los sistemas electrónicos de administración de nicotina para dejar de fumar.

Un estudio neozelandés publicado en septiembre por la revista científica de referencia The Lancet sostiene por su lado que el nuevo dispositivo es "por lo menos igual de eficaz que los parches de nicotina" para ayudar a un fumador a abandonar el tabaco.

La principal crítica contra el cigarrillo electrónico es que, si bien puede que ayude a dejar el tabaco, también podría incitar a fumar a muchos jóvenes que nunca lo hicieron, creando una adicción a la nicotina y conduciéndolos finalmente hacia el tabaquismo.

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