martes, 15 de julio de 2014

COMER COMO CONSUELO EMOCIONAL PARTE 2



Romper el ciclo

Controlar la conducta de comer para manejar tus emociones implica encontrar otras formas de afrontar las situaciones y emociones que hacen que una persona se refugie en los alimentos.
Por ejemplo, ¿eres de los que llegan a casa por las tardes y automáticamente se dirigen a la cocina? Detente y pregúntate: "¿tengo realmente hambre?" ¿Notas los típicos ruiditos del hambre en el estómago? ¿Te cuesta concentrarte o estás irritable? Si estos signos apuntan al hambre, elige algo ligero y saludable para matar el gusanillo hasta la hora de cenar.
¿No estás realmente hambriento? Si la tendencia a refugiarte en los alimentos a la vuelta de clase se ha convertido en parte de tu rutina, piensa en el porqué.

Consejos a probar

Estas tres técnicas te pueden ayudar:
1. Explora por qué comes y busca una actividad sustitutiva.
Por ejemplo:
  • Si estás aburrido o te sientes solo, llama o escribe un mensaje de texto a un amigo o familiar.
  • Si estás estresado, prueba con una rutina de yoga. Ponte música agradable y optimista y desahógate haciendo footing, dando saltos o bailado por tu habitación hasta que se te pase la acuciante necesidad de comer.
  • Si estás cansado, replantéate tu horario de acostarte por las noches. El cansancio se puede confundir fácilmente con el hambre, y la comida no te ayudará si es la falta de sueño nocturno la que te provoca la fatiga diaria.
  • Si comes para posponer las tareas escolares, abre los libros y ponte a hacer los deberes. Después te encontrarás mejor (¡sinceramente!).
2. Escribe sobre las emociones que desencadenan tu conducta alimentaria. Una de las mejores formas de hacerlo es llevando un diario sobre tus estados de ánimo y tus comidas. Anota qué comes, cuánto y cómo te sientes mientras comes (p.e., aburrido, contento, preocupado, triste, enojado) y sobre si estabas realmente hambriento o solo has comido para consolarte.
A través de los diarios, empezarás a ver patrones emergentes entre lo que sientes y lo que comes. Así podrás utilizar esa información para hacer mejores elecciones (como despejar la mente dando un paseo por tu barrio en vez de comiéndote una bolsa entera de Doritos).
3. Haz una pausa y "tómate cinco minutos" antes de refugiarte en la comida. Demasiado a menudo, nos pasamos el día a prisa y corriendo, sin registrar absolutamente nada en nuestro interior. Estamos tan estresados, tan sobrecargados, tan hiperconectados que nos falta tiempo para reflexionar.
En vez de comer cuando entres en tu casa, tómate unos minutos para hacer la transición de una parte del día a otra. Revisa las cosas que te han ocurrido ese día. Admite cómo te han hecho sentir: ¿contento?, ¿agradecido?, ¿entusiasmado?, ¿enfadado?, ¿preocupado?, ¿celoso?, ¿excluido?

Pide ayuda

Aunque entendamos qué es lo que nos pasa, muchos de nosotros seguimos necesitando ayuda para romper el ciclo de comer emocionalmente. No es fácil, sobre todo cuando el hecho de comer emocionalmente ya ha provocado problemas de sobrepeso y de autoestima. O sea que no intentes hacerlo todo tú solo, no es necesario.
Aprovecha la ayuda que ofrecen los expertos. Los consejeros y terapeutas pueden ayudarte a afrontar tus emociones. Los nutricionistas pueden ayudarte a identificar tus patrones alimentarios y a seguir una dieta mejor. Un entrenados físico pueden guiarte para que las sustancias químicas corporales que te hacen sentir bien se activen a través del ejercicio en lugar de a través de la comida.
Si te preocupan tus hábitos alimentarios, habla con tu médico. Él se asegurará de que alcanzas tus metas en lo que a pérdida de peso se refiere de una forma segura y te pondrá en contacto con profesionales que te encaminarán hacia una forma nueva y más saludable de relacionarte con la comida.

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