jueves, 9 de abril de 2015

Mil maneras estúpidas de morir: Fritangas


Los alimentos insalubres causan más de dos millones de muertes al año en el mundo.

Llaman especialistas de la UNAM a reducir el consumo de alimentos elaborados con gluten (harinas), azúcares y grasas, así como de carnes y productos industrializados, "para no alterar la estructura celular".

En el marco del Día Mundial de la Salud, a celebrarse este 7 de abril y que en este 2015 está dedicado a la "inocuidad" de los alimentos; se llama a tomar consciencia de "lo que comemos" y "estar abiertos a informarnos y cambiar hábitos de consumo" para cuidar nuestra salud.

Sofía Sánchez Piña, académica de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM, explicó que al reducir el consumo de alimentos con gluten –como panes, pastas, harinas refinadas y arroz blanco– y de aquéllos abundantes en azúcares y grasas, así como de carnes y productos industrializados ricos en sal y conservadores, se resguarda al organismo de la alteración de la estructura celular, "un proceso invisible a nuestros ojos, pero asociado a enfermedades como la obesidad, la diabetes y el cáncer, crecientes en México".

La profesora universitaria consideró relevante que esa instancia internacional haya elegido como tema la "inocuidad" de los alimentos, pues revela que la forma en que comemos es un asunto de salud pública de impacto global.

Sánchez Piña apuntó que existen varios nexos entre lo que ingerimos y las enfermedades, uno ligado a la insalubridad y transmisión de infecciones, y otro más complejo, asociado a las nuevas formas de comer, a la industrialización y al mercado de estos suministros.

"Los alimentos insalubres se relacionan con la muerte de dos millones de personas al año, en su mayoría niños", revela la OMS con motivo de esta celebración.

La comida con bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas nocivas causan más de 200 enfermedades, desde diarreas hasta el cáncer.

En muchos países, como el nuestro, aún existen las infecciones por alimentos relacionadas con la insalubridad, la falta de calidad del agua y la transmisión de microorganismos, que provocan especialmente diarreas, reconoció.

Respecto a las nuevas formas de comer, Sánchez Piña recomendó regresar a patrones naturales e ingerir lo que la naturaleza nos da, como frutas, verduras, granos y semillas. “A ellos podemos agregar algo de pescado y huevo de aves para tener una alimentación equilibrada”.

Asimismo, recomendó estar atentos a productos como el pollo, cuyas pechugas son sospechosamente grandes porque se crecen de forma artificial, así como moderar los lácteos, en especial de yogurt, crema, queso y diversos tipos de leche.

“Es recomendable consumir un 70 por ciento de proteína vegetal, presente en alimentos como la soya, y un 30 por ciento de proteína animal.
También, moderar los azúcares, de preferencia no refinados, como el piloncillo, y beber agua natural con jugo de cítricos, sin azúcar, en cantidades de un litro y medio a dos, según la actividad física”, sugirió la experta de la UNAM.

                                                Cortesía de Gaby Cienfuegos

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