lunes, 18 de agosto de 2014

El Escándalo Policíaco de Los Ángeles y sus Raíces Sociales (1ra parte)


Se ha publicado mayor información acerca del escándalo de corrupción del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD). Informes de prensa han revelado una historia penetrante de arrestos ilegales, palizas, tráfico de drogas, intimidación de testigos, matanzas a tiros ilícitos, pruebas falsificadas, acusaciones fraudulentas y perjurio en la Unidad “CRASH” del distrito Rampart del LAPD. CRASH es acrónimo de "Community Resources Against Street Hoodlums", lo cual se puede traducir como Recursos de la Comunidad Contra Rufianes Callejeros. Es un programa anti pandillero que el LAPD puso en práctica hace ya diez años. El distrito Rampart, justamente al noroeste del centro de la ciudad, cubre un área de ocho millas cuadradas. Es una zona obrera y densamente poblada, sobretodo por inmigrantes. El agente del LAPD, Rafael Pérez, se unió a CRASH en 1996. Fue arrestado en 1998 por robarse del mostrador donde se guarda la evidencia ocho libras de cocaína valorada en $8 millones. En 1999, mientras esperaba condena reducida por tal fechoría, Pérez comenzó a cooperar con las autoridades y presentó testimonio contra sus ex socios. El 24 de febrero, Pérez recibió sentencia de cinco años en la cárcel por el robo de la cocaína, pero es posible que salga libre en poco más de un año si su conducta mientras es prisionero es modelo. Los detectives de una comisión investigadora nombrada por el LAPD y las Oficinas del Fiscal Federal de Primera Instancia de Los Ángeles condujeron 50 horas de entrevistas con Pérez durante los últimos seis meses. Dos periodistas del Los Angeles Times condujeron una investigación del escándalo y poco a poco las revelaciones de Pérez comenzaron a salir al aire. El mes pasado, el Los Angeles Times publicó muchas de las revelaciones que aparecieron en las dos mil páginas de testimonio que Pérez prestó. La actividad ilícita entre los agentes de policía era tan penetrante que el Times concluyó: “ Cierta cultura secreta, criminal y organizada se desarrolló dentro del LAPD, donde una fraternidad de agentes y supervisores perpetraba crímenes y celebraba asesinatos”. Entre las revelaciones más espeluznantes son las que tienen que ver con los homicidios policíacos o los intentos de cometerlos. En 1996, Kulin Patel, agente de policía miembro de CRASH, le disparó a balazos a Juan Saldana cuando éste iba corriendo por el pasillo de un edificio de apartamentos. Cuando Edward Ortiz, supervisor de CRASH, llegó al lugar del crimen, retrasó la llamada a la ambulancia para que los agentes tuvieran tiempo de tramar una confabulación. Saldana murió antes de llegar al hospital. En otro incidente, agentes de CRASH le dispararon 10 balazos a Carlos Vertiz, hombre de 44 años que no tenía ningún antecedente penal, porque lo confundieron con un traficante de narcóticos. Para justificar la muerte, los agentes de policía subrepticiamente colocaron una escopeta cerca del hombre agonizante, quien ellos sostuvieron había tratado de dispararles. En 1996, Pérez y su socio, Nino Durden, le dispararon en el pecho y la cabeza a Javier Orlando, joven de 19 años, y colocaron un arma sobre él a escondidas. Ovando recibió una sentencia draconiana: 23 años de cárcel por no haber mostrado remordimiento. Pero a Ovando se le comprobó inocente y el año pasado fue puesto en libertad luego de dos años en presidio. Debido a las lesiones corporales que sufrió, ahora guarda silla de ruedas. En la víspera de Año Nuevo, 1996, agentes policías miembros de CRASH abrieron fuego contra dos celebrantes, quienes, después de haber sido heridos, fueron arrestados bajo acusaciones falsas. Los agentes ensayaron el cuento que habían disparado en defensa propia, agregando que los celebrantes habían disparado contra ellos primero. Uno de los agentes, quien permanece anónimo, presuntamente le ha dicho a su abogado de defensa que los policías de CRASH esa noche habían salido “de caza” deportiva para emboscar a gente. Pérez le relató a los detectives el extremo hasta el cual los agentes de policía y sus supervisores llegaban para encubrir los tiroteos ilegales. En una ocasión, durante una búsqueda, un policía neófita abrió la puerta de un armario, se sorprendió al ver otro hombre dentro y disparó, dejándolo muerto. Cuando el supervisor llegó al lugar del incidente, le dijo al novato que relatara lo siguiente: el hombre llevaba un espejo en las manos; el agente de policía vio su propio reflejo y, confundiéndolo por persona con mano armada, abrió fuego.

Pérez le relató a los detectives el extremo hasta el cual los agentes de policía y sus supervisores llegaban para encubrir los tiroteos ilegales. En una ocasión, durante una búsqueda, un policía neófita abrió la puerta de un armario, se sorprendió al ver otro hombre dentro y disparó, dejándolo muerto. Cuando el supervisor llegó al lugar del incidente, le dijo al novato que relatara lo siguiente: el hombre llevaba un espejo en las manos; el agente de policía vio su propio reflejo y, confundiéndolo por persona con mano armada, abrió fuego. La agente de policía Melissa Town le disparó a un joven que estaba sentado con un grupo de amigos cerca de un parque. Cuando le cayó atrás al joven, éste emprendió fuga. Cuando el sargento supervisor llegó, le quitó a un auto que estaba en las cercanías una pieza de metal con cromo que medía 5½ pulgadas de largo y le instruyó a Town que declarara que el joven bajo sospecha lo había apuntado hacia ella.




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